Exclusiva
Héctor Basualdo: “En las cooperativas el trabajo de la fruta es mucho más transparente”
|Neuquén|
Héctor Basualdo es santafesino de nacimiento pero neuquino por adopción. Veinte años atrás decidió viajar hasta la provincia de Neuquén para estudiar licenciatura en Turismo, donde conoció a su actual esposa, proveniente de una familia con larga tradición productiva en las peras y manzanas del Valle. Luego de algunas idas y vueltas, comenzó a trabajar en la chacra de su suegro como uno más: desmalezando, fertilizando, haciendo poda y cosecha. De a poco fue adquiriendo experiencia en las tareas hasta que, años después, comenzó a producir por sí solo una chacra de cinco hectáreas ubicada en Centenario. Hoy, convertido en padre, tiene como deseo contagiarle la misma pasión por la fruticultura a su hijo, que en caso de continuar será quinta generación de productores.
Basualdo tiene 37 años. Es lo que se considera un productor joven. Aunque reconoce el estado crítico de la fruticultura, entiende que la búsqueda de nuevos modelos de comercialización es una alternativa eficaz para paliar la crisis. “Tratamos de contener a los productores para que continúen en la actividad”, asegura. Desde 2017 preside la Cámara de Productores Agremiados de Centenario y Vista Alegre (PACVA), la cual nuclea a productores de pepita, pera, manzana y algo de carozo. El dirigente asegura que en los últimos 15 años el número se redujo de 510 a 130, según datos obtenidos a partir de los números de RENSPA habilitados.
¿Por qué se produjo este abrupto descenso?
Por un lado, por el fenómeno de Vaca Muerta y el avance de la urbanización sobre tierras productivas que eso trae aparejado. Estamos esperando ver traducido el dinero del petróleo en otras actividades productivas como la fruticultura. Por otro lado, porque muchos productores no han sabido contagiarle el entusiasmo a las generaciones que venían por detrás. Y al no tener renuevo, se han erradicado muchas chacras. El que no se tentó con la parte inmobiliaria hoy alquila la tierra a los horticultores, que mayoritariamente son trabajadores bolivianos. Es casi lógico que si una actividad deja de ser rentable la gente comience a buscar alternativas. En ese sentido, las inmobiliarias saben tentar con determinados números que hacen que el productor termine por lotear esa chacra.
En ese contexto, ¿cuál es el objetivo de la Cámara que preside?
Pretendemos mantener las pocas hectáreas productivas que están quedando. Consideramos que hay un montón de tierra para seguir urbanizando sin sacrificar una actividad que, además de ser sustentable, genera alimento. Hoy existe una ordenanza municipal que delimita el avance sobre ciertos espacios. Pero se han presentado treinta o cuarenta carpetas pidiendo excepciones y desde la municipalidad están siendo benignos en cederlas. Actualmente, junto con la Federación de Productores de Río Negro y Neuquén estamos realizando un relevamiento para conocer cuántos chacareros tienen perspectivas de seguir produciendo. Queremos hacer fuerza a través de legislación que permita frenar la demanda que hay sobre las tierras productivas.
"Muchos productores no han sabido contagiarle el entusiasmo a las generaciones que venían por detrás"
¿Reconvertir a otro tipo de producciones es una opción?
Estamos pidiéndole al gobierno que nos ayude a tentar a los productores que hoy tienen dudas sobre su continuidad. Existen programas provinciales de producciones alternativas que son rentables, como por ejemplo los frutos secos o los mismos forrajes. También existen planes de erradicación, donde los productores se anotan para sacar las plantas y dejar renovado el suelo. Queremos que esos programas estén atados a la continuidad productiva.
Trabajo cooperativo, una posible solución
A pesar de la dura crisis que atraviesa la fruticultura en toda la región, Basualdo mantiene una mirada optimista sobre su propio trabajo en la chacra, donde produce cinco hectáreas de peras y manzanas. “Con un poco de suerte y mucho trabajo, buscando la manera de reconvertir, he logrado vivir de esto. No tiro manteca al techo, pero disfruto de lo que hago. Y considero que si yo pude otros productores también pueden hacerlo”.
Ser joven no es un atributo en sí mismo. Sin embargo, una mirada fresca y renovada sobre viejos problemas siempre puede resultar poisitivo. Para Basualdo, el trabajo cooperativo es una solución concreta a las actuales dificultades productivas vinculadas a la escasa rentabilidad del sector. Con lógicas comerciales distintas, la relación productor-cooperativa le permite al primero achicar costos sin que eso repercuta en las tareas a campo, optimizando el estado sanitario de las plantas y alimentando un círculo virtuoso que se trasluce en una fruta de mejor calidad para pelear en los mercados. Hoy en la región existen tres importantes cooperativas: Fruticultores Unidos, La Deliciosa y La Flor, esta última integrada por Basualdo.
Cabe aclarar que el cooperativismo en el Valle no es nuevo. Cooperativa La Flor tiene más de 70 años de historia. No obstante, una fruticultura que año tras año ve caer su rentabilidad debe pensar necesariamente en modelos de comercialización que hagan viable la actividad. El trabajo cooperativo aparece hoy como esa opción.
"En las cooperativas es mucho más transparente el trabajo de la fruta respecto a cuánto se descarta y cuánto se embala"
¿Qué ventajas tiene este sistema de comercialización?
Compramos los agroquímicos en conjunto y es mucho más transparente el trabajo de la fruta respecto a cuánto se descarta y cuánto se embala. Hoy algunos productores entregan la fruta a los galpones de empresas y no tienen contratos, no saben qué es lo que le van a pagar. También es más transparente en el precio que se paga, en la compra de insumos, en el trabajo dentro del galpón. No es lo mismo que tengas realmente un 10% de descarte en el galpón, a que te paguen el costo de producción pero con un 30% de descarte. En las cooperativas el día que están trabajando mi fruta puedo ir a ver qué se embaló y qué se descartó. Eso en las empresas no pasa, un productor independiente no tiene acceso a esa información.
Además, mientras que las empresas realizan la liquidación entre dos y tres meses después de entregada la cosecha, en las cooperativas el pago se efectúa una vez vendida la fruta. Esto permite que los productores tengan un flujo de dinero durante los meses que se realizan las tareas de poda, fertilización y raleo de las plantas. Trabajar cooperativamente también nos permite el préstamo de maquinaria de alto valor en el mercado en situaciones donde la compra de las mismas no se justifica porque hablamos de pocas hectáreas.
Si es un modelo más transparente para el productor, ¿por qué no es lo normal en el Valle?
El productor de esta zona tiene un perfil más bien desconfiado, individualista. Hay que analizar lo que lo llevó a ser de esa manera en los últimos años. Quizás nosotros que somos más jóvenes pecamos de optimistas. Pero creemos que esta es la forma. Por lo menos en lo que respecta a productores chicos, de cinco a veinte hectáreas aproximadamente.
"Quizás los más jóvenes pecamos de optimistas. Pero creemos que esta es la forma"
“Hemos saneado a la Cámara”
A un año y medio de presidir la Cámara, el dirigente se encuentra satisfecho de su gestión administrativa. “Realizamos un saneamiento importante de la entidad. Hacía doce años que no se presentaban balances. Hoy la Cámara está al día. Renegociamos créditos y obtuvimos prórrogas de préstamos realizados por la provincia y Nación, destinados a laborales culturales y de sanidad”.
Cuando se le pregunta si desea continuar en el cargo, Basualdo responde: "Estoy esperando y deseando que alguien me releve (risas). Es un desgaste muy grande, uno descuida mucho las tareas que le dan de comer y deja de hacer cosas importantes, como pasar tiempo con la familia. Te va agotando. Pero no me quiero desligar, sino ir rotando este cargo".