Administrar de manera sustentable

¿Es sencillo llevar adelante un mercado tradicional donde se comercializan frutas y verduras?La pregunta pretende ser el disparador de un debate que debe darse entre los actores del sector frutihortícola.

Los mercados son eslabones fuertes que sostienen al resto de la cadena. Las referencias hechas en notas anteriores nos eximen de mayores ampliaciones. Baste decir que, en ellos, se dan cita en un espacio de tiempo determinado, los que desean comprar bienes no durables, frescos, vivos, y los que los procuraron y se prepararon para poder vender esos bienes. De este simple relato se desprenden los elementos básicos de un mercado.

Sin embargo, en ellos se entraman una serie de prestadores de servicios, de terceros no vinculados con el negocio propiamente dicho, que suman su aporte para que, al final de cada día, se alcance un grado -mayor o menor según el resultado- de satisfacción por la tarea desplegada.

Los que limpian las calles y levantan los desperdicios, los que las lavan, los que dispensan finalmente los residuos, los que controlan los ingresos y los movimientos de las personas que se convocan allí, los que trabajan en sus administraciones, los que realizan las reparaciones y obras de mantenimiento. Todos ellos son parte del mercado.

Hay un gran número de seres más o menos anónimos en todo el sistema de operaciones de estos centros que no se visualiza a simple vista. Hombres y mujeres que hacen del día a día del mercado su medio de vida, su trabajo, su fuente de ingresos. Ellos también conforman el costo operativo de la central de abastecimiento y estas estructuras constituyen la base de sustentación de este “teatro de operaciones”, convertido en el sitio específico para recibir a los esperados intérpretes: compradores y vendedores.

De hecho, armar un esquema de trabajo para preparar cada jornada de ventas, implica realizar actividades repetitivas pero no por ello, menos importantes individualmente.

Todos los días hay personas que realizan tareas de variada índole en un mercado. Limpian, vigilan, cobran, administran, proyectan y planifican, reparan, construyen, desmalezan, lavan, cargan residuos, transportan desechos, etc. Sin ellos, el lugar no estaría preparado y los productores y comerciantes se encontrarían con un escenario desolador. Todos sabemos lo que significa llegar a un lugar y que todo esté esperándonos.

Volviendo ahora a la pregunta inicial. No es sencillo, tampoco difícil. Se necesita tener esquematizado qué se debe hacer en cada sector. Saber quién debe hacerlo y con qué medios. Dónde se buscan las respuestas, quién tiene el historial y la memoria descriptiva de cómo se hizo cada sitio. Todo eso se encuentra en la memoria activa del mercado. En sus fundadores, en sus operadores, en sus  dirigentes, en sus empleados. Nadie puede arrogarse la capacidad de “ser el mercado”, nadie puede conducirlo solo.

Ahora bien, todas las estructuras entrañan un costo y éste dependerá de cada centro abastecedor mayorista. No es lo mismo poner en marcha una central de abastecimiento en Brasil, o un Merca en Barcelona o Madrid, o uno de los más grandes del mundo, Hunts Point en New York. En nuestro país ocurre lo mismo. En función de la trascendencia de cada mercado, en nuestro país, será el costo operativo que tenga. Todos necesitamos mantener una estructura, un motor para funcionar. Este elemento vital consume esfuerzo y dinero. Sí, las estructuras son costosas y cuando más grande es la puesta de un mercado, para que los servicios que se brindan a sus clientes sean los más cercanos a lo óptimo, más grandes serán los costos.

El equilibrio de la balanza está en conocer el mercado desde adentro. Saber qué es lo que lo hace funcionar y cómo hacer que eso funcione. Nos preparamostodos los días como mercado para recibir a una población que supera la cantidad de habitantes de muchos pueblos de cada provincia argentina. Nos preparamos, nos exigimos, analizamos. Mejoramos. Los mercados frutihortícolas estamos al servicio de la producción en fresco y de una alimentación saludable, y estamos pensando en ustedes los destinatarios de nuestro trabajo.