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Edición 35

El país cambió

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Al cierre de esta edición el dólar subió alrededor de 6 pesos en un día y cerró en 38.20 (Banco Nación) en el mercado minorista tras haber pasado la barrera de los 42 pesos.  Estamos en devaluación.  El Banco Central ha adoptado una política de menor intervención de acuerdo a lo pactado con el FMI.  El dólar debe fluctuar de acuerdo al mercado.  Si pensamos en la moneda como un símbolo de soberanía económica, nos damos cuenta que de soberanos, poco. Pero es interesante tomar nota que no solo la moneda se ha devaluado en este país.  No casualmente, sino todo lo contrario, junto con la devaluación monetaria observamos también la  pérdida del valor de la agricultura familiar, del trabajo de los científicos, docentes, investigadores y técnicos en general del Estado y las dependencias científicas académicas y universitarias.

Hacer esta revista cuesta (solo hablando de papel) el 37% más que la anterior.  A principio de año ya hablábamos de la desilusión de una gran parte de la población respecto a los cambios prometidos por el gobierno.  Ni hablar del enojo de la otra gran parte que fue acusada de  “incitadores del miedo” cuando se decía que este gobierno venía a devaluar, ajustar y devolvernos al FMI.  No hace falta acordarse de que este gobierno ganó las elecciones diciendo que la inflación era “la demostración de la incapacidad de gobernar” y que no iba a ser un problema para ellos. Si la corrupción fue el principal problema del gobierno anterior, a este además (porque si hay algo que sobra son funcionarios procesados, con empresas offshore y conflicto de interés por su vinculación directa y obvia con el sector privado) hay que sumarle la inoperancia total en el manejo de la economía y las finanzas públicas.

Hace exactamente cinco años, en septiembre de 2008, la caída del banco de inversiones estadounidense Lehman Brothers sacudió al mundo financiero y dio origen a la crisis mundial que aún tiene consecuencias en todo el mundo. El desplome de la entidad se considera un punto de inflexión a partir del cual se agudizó la debacle. Como consecuencia, la economía mundial vivió su peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial. Argentina pasó de un dólar de $3.16 en enero a $3.47 hacia el final de ese año.  De ahí en más comenzó un proceso de devaluación paulatina que culminó, a fines de 2015, con un dólar oficial de $13.43 (y un blue a $16 o $17). Es decir, en siete años el valor del dólar aumentó 9.96 pesos (o $13.03 si queremos tomar el dólar blue). Mientras que, durante este gobierno, en sólo veintún meses, el dólar aumentó 24.77 pesos. Los números hablan por sí solos. En aquel momento de crisis internacional muchos países recurrieron al FMI. Grecia fue uno. El FMI llevó a cabo tres rescates económicos en 2010, 2012 y 2015. Generaron 260 mil millones de euros de deuda externa. Desde entonces sufren recesión, pobreza  y una caída del PBI del 30%.

Las consecuencias del aumento del dólar para con el sector ya se saben de memoria.  Solo con mencionar el aumento del combustible basta de muestra. Ni los exportadores de fruta están contentos con la política cambiaria. Las empresas que crecieron en la década pasada hoy se desangran con la recesión. Los productores que se vieron privados de ganar más, hoy pierden. Los trabajadores que antes reclamaban por no pagar ganancias hoy reclaman paritarias que le ganan a la inflación.  Y los que estaban excluidos, lo siguen estando y al borde de la desaparición.  El país cambió. Si alguien aún puede sostener a este gobierno es porque, opción a: pertenece a la pequeña y poderosa minoría que se está enriqueciendo a costa de la gran mayoría empobrecida; opción b: ha perdido la batalla cultural, no puede saltar el cerco mediático y prefiere seguir odiando a puro prejuicio de clase que asumir que ha sido brutalmente estafado.

 

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