Producción
Hortalizas en Siembra Directa: conservación del suelo e intensificación productiva
|Buenos Aires|
En la localidad de Hilario Ascasubi, técnicos de la Estación Experimental del INTA trabajan desde 2014 en la producción de hortalizas mediante siembra directa para estudiar cómo reaccionan los cultivos frente a esta tecnología. Las investigaciones se realizan actualmente en zapallo, ajo y cebolla. Aseguran que su implementación no tiene ningun limitante desde el punto de vista agronómico.
Por Siembra Directa (SD) entendemos a la técnica de cultivo iniciada sobre un suelo cubierto de material vegetal y sin laboreo previo. Está centrada en el manejo del suelo y se caracteriza por la no labranza, la reposición de nutrientes, el control de malezas, la rotación de los cultivos y la utilización de cultivos de cobertura. Si bien es una técnica de menores costos y menor esfuerzo físico (al evitar los trabajos de remoción de la tierra), demanda a su vez mayor conocimiento, planificación y criterio.
Revista InterNos conversó con Juan Pablo D´Amico, ingeniero agrónomo e investigador de la Estación Experimental, quien explicó que los rendimientos mediante esta técnica de cultivo son iguales o superiores a los de la producción convencional. “En zapallo con riego por goteo cosechamos 55 mil kilos por hectárea. Y en convencional con riego gravitacional por surco se producen entre 25 y 35 mil kilos por hectárea”, señala el ingeniero. Y agrega: “Si vos de base tenés los mismos rendimientos, estás ahorrando un montón de labores, maquinaria y tiempo”.
Sin embargo, en esta comparación hay que tener en cuenta que el riego por goteo permite añadir el fertilizante al agua de riego (fertiriego) potenciando así el rinde de los cultivos. La siembra directa requiere sí o sí la implantación de riego presurizado (goteo o aspersión) ya que el suelo cubierto desplaza al surco tradicional.
Le preguntamos al ingeniero si cree que esto es una desventaja a la hora de adoptar la siembra directa. “No lo veo como una desventaja porque la horticultura tiene que ir hacia esos sistemas de riego. Lo que es cierto es que en nuestra zona, donde este tipo de riego no es común, se vuelve una limitante. Al productor hay que pedirle que haga dos cambios tecnológicos: que cambie el sistema de riego, con los costos que eso implica, y que cambie el sistema de labranza”, explica D´Amico.
La producción de zapallo en siembra directa tiene hoy mejores perspectivas porque no encuentra dificultades desde la maquinaria agrícola: puede realizarse, por ejemplo, con una máquina de siembra directa de granos gruesos. Sin embargo esto no ocurre con el ajo, que a pesar de tener rendimientos similares en directa y en convencional, encuentra en este punto su principal obstáculo.
"La horticultura tiene que ir hacia sistemas de riego presurizados"
Con la cebolla el panorama se complica un poco. “No es tan fácil porque la semilla es muy chiquita. El suelo con cobertura, al estar sombreado y húmedo, no levanta la temperatura necesaria para el cultivo. Cuando nace la plántula de la cebolla es muy débil y eso hace que le cueste bastante emerger en la cobertura. Pensá que se tiene que ir abriendo paso”, detalla D’Amico.
En zapallo, las variedades trabajadas son Híbrido Coquena, Híbrido Tetzucabuto Sintoya y Anco Frontera INTA. En cebolla las variedades son Híbrida Pandero y Valcatorce y Grano de oro. En ajo se trabaja con ajo colorado.
Ventajas y dificultades para su implementación
D´Amico afirma que la siembra directa es un sistema conservacionista porque permite “producir conservando o conservar produciendo”. Además, asegura que su conveniencia radica en el ahorro de labores y costos (jornales, gasoil, maquinaria, mantenimiento) y de los recursos, como el agua: se calcula que al disminuir la evaporación del suelo mediante las coberturas, la necesidad de riego se reduce en un 30%.
El suelo cubierto y las rotaciones permiten además un gran retraso en la aparición inicial de malezas, lo que trae como consecuencia un menor uso de herbicidas para combatirlas. No hace falta mencionar que los beneficios aparejados son múltiples: se cuida al medio ambiente, se abaratan costos y se reducen las posibilidades de cosechar alimentos con residuos de fitosanitarios.
Un dato no menor para la comercialización es que la cobertura de cultivos anteriores hace que las hortalizas crezcan sobre un colchón de paja y no directamente sobre la tierra. Esto permite cosecharlas más “limpias”, por lo que el tiempo de lavado es menor o incluso pueden ser embolsadas desde allí.
Entre las desventajas encontramos, como en el caso de la cebolla, la necesidad de un mayor conocimiento para calcular los períodos de siembra, ya que los suelos con menores temperaturas ralentizan la emergencia de los cultivos.
Además, los altos costos para implementar sistemas de riego presurizados (en un contexto donde los insumos se pagan en dólares con una moneda devaluada) son otro impedimento importante para este tipo de producciones. A eso hay que sumarle la falta de maquinaria agrícola para cada actividad particular, que posiblemente no se desarrolle hasta que exista un mercado que la demande.
"Con la siembra directa se trabaja menos pero se piensa más"
Otra dificultad presentan los cultivos que tienen períodos de poscosecha a campo (como la cebolla o la pila de zapallos) ya que por lo general el productor acopia la mercadería en el lote esperando buen precio para venderla, imposibilitando de esta manera la siembra del cultivo de cobertura.
No obstante, para D´Amico los cambios más problemáticos son los culturales. “Con la siembra directa se trabaja mucho menos que con la agricultura tradicional, pero se tiene que pensar muchísimo más. Y a veces cuesta más pensar”, explica.
“Muchas veces el productor tiene miedo. Te dice: ‘¿si yo vengo trabajando la tierra desde hace 50 años de esta manera, ahora van a venir del INTA a decirme que se podía hacer sin labranza?’. La única manera es mostrarles los resultados de muchos años de trabajo”, aseveró.
La importancia de las rotaciones
Como se ha dicho hasta acá, esta técnica productiva da vital importancia a las rotaciones y a las coberturas que los cultivos dejan en el suelo. En la horticultura es necesario que las rotaciones se realicen con gramíneas como trigo o centeno, ya que el material vegetal que dejan las verduras es casi inexistente. “Lo importante es que el suelo esté protegido del efecto erosivo del viento y la lluvia. Además, generás biodiversidad. Es lo que se denomina intensificación productiva sustentable”, dice D´Amico.
Para el ingeniero, es importante que los productores hortícolas empiecen a asimilar nuevos modos de trabajar la tierra, con mayor conocimiento y planificando a mediano plazo. “Hoy la agricultura requiere que vos rotes el lote constantemente. Un productor tiene que estar anticipando a dos años sus rotaciones y coberturas. Todo va cambiando y se intensifica, el que no se sube pierde”.
El trabajo del INTA Hilario Ascasubi sienta un precedente importante ya que no se conocen experiencias similares en otros puntos del país. D´Amico cree que, en términos generales, no existen grandes impedimentos para producir en directa satisfactoriamente. Asegura que es cuestión de probar con otras variedades de hortalizas en distintos climas y con diversas variables agronómicas. El trabajo de su equipo (conformado además por Patricio Varela, María Verónica Caracotche y María Carolina Bellaccomo) en la Estación Experimental continuará con el cultivo de otras cucurbitáceas como la sandía y el melón; el objetivo es ampliar la cartera de productos y seguir generando conocimiento en la temática.