Agroecología
Agroecología en Córdoba: bioinsumos para reducir el impacto ambiental
|Córdoba|
En los últimos días, un informe publicado en la web de INTA mostró los resultados de ensayos realizados en el Cinturón Verde de Córdoba donde se utilizaron bioinsumos en cultivos de tomate, puerro, lechuga y frutilla para combatir enfermedades y nutrir el suelo sin la necesidad de recurrir a la utilización de productos químicos.
Desde Revista InterNos nos comunicamos con Agustín Prado, integrante de la Subsecretaría de Agricultura Familiar y Desarrollo Territorial (SSAF) delegación Córdoba y Alejo Scifo, ex integrante de dicha entidad, quienes trabajaron y trabajan en la implementación de cultivos agroecológicos en las quintas periurbanas de la provincia. Ambos son en parte responsables de la implementación de estos ensayos, que tienen como objetivo dar sustento científico a las prácticas agroecológicas mostrando la eficacia productiva que representa su implementación.
Y resaltamos que son responsables en parte porque este desarrollo fue llevado a cabo a través de un trabajo interdisciplinario entre los técnicos extensionistas de la SSAF y profesionales del Centro de Investigaciones Agropecuarias del INTA (CIAP), la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y el Instituto de Tecnología Industrial (INTI).
Tanto Prado como Scifo cuentan que el trabajo entre estas instituciones se logró a partir de la necesidad de ampliar las tareas a campo que desde Agricultura Familiar venían llevando a cabo junto con la Agencia de Extensión Rural INTA Córdoba. “Empezaron a surgir demandas por parte de productores que nosotros no podíamos resolver. Necesitábamos sustento científico para avanzar, para que los productores entiendan que lo que les proponíamos podía funcionar”, explican.
Con ese objetivo tocaron la puerta del CIAP y propusieron llevar adelante el desarrollo de tecnologías destinadas al sector productivo. Cuenta Scifo que allí se encontraron con profesionales muy interesados en “dejar un poco de lado los papers para realizar líneas de investigación más concretas”.
Este vínculo les permitió acceder al respaldo científico para hacer más eficiente el trabajo a campo. Por ejemplo, lograron abordar con rigor estadístico la información obtenida en ensayos como el realizado con bionsumos en las zonas productivas Malvinas Argentinas o Villa Esquiú, cuyos resultados fueron publicados en los últimos días.
Pero según ambos técnicos, el modelo agroecológico no se limita a la utilización de bioinsumos. “La agroecología no es sólo producir verduras sin agroquímicos, sino crecer a través de redes”, explican. Por eso trabajan junto a la Mesa de Soberanía Alimentaria (MSA), una red que vincula a productores e instituciones de la agricultura familiar con lo que se denomina consumidores “responsables” o “comprometidos”, es decir, aquellos que acceden a estos productos como parte de una “acción política” en la que se decide qué sector de la agricultura fortalecer.
“La agroecología no es sólo producir verduras sin agroquímicos, sino crecer a través de redes”
A diferencia de los grandes volúmenes que mueve la agricultura tradicional en los canales formales de comercialización, los productores agroecológicos que interactúan con la MSA venden su mercadería a través de espacios alternativos de autogestión como las ferias o los centros vecinales. La pregunta que surge en torno a esto es: ¿cómo se verifica que la producción es efectivamente producida mediante procesos agroecológicos? Los técnicos afirman que estos canales alternativos implican “otros contratos de confianza entre consumidor y productor” y resaltan el seguimiento constante que la Subsecretaría de Agricultura Familiar lleva adelante junto a los quinteros para brindar seguridad en esta tarea.
Por otro lado entienden que la agroecología es una práctica que necesariamente debe crecer en la ciudad, ya que la proximidad entre la frontera urbana y la frontera rural pone en conflicto la utilización de productos químicos para producir. Para ejemplificar, citan el recordado caso de Barrio Ituzaingó. De cualquier manera, asumen que el cambio productivo “no es algo que se haga de un día para el otro” e incluso en algunos casos eligen hablar de “verdura en transición”.
Actualmente no son pocos los productores interesados en pasar de una producción tradicional a esta alternativa más amigable con el ambiente que además crece a partir de la demanda creciente. No obstante, a pesar de un consumidor cada vez más interesado, actualmente la mercadería agroecológica no tiene un lugar privilegiado en el gran punto de comercialización de la ciudad de Córdoba que es el Mercado de Abasto. Según explican Prado y Scifo, la agroecología prioriza en un esquema de comercialización sin intermediarios que le permita lograr mejores precios al consumidor final, lo que comúnmente se denomina “precio justo”.
Sin embargo, vale decir que en este mercado mayorista existen playas de quinteros donde los agricultores pueden comercializar de manera directa su mercadería (abonando un canon mensual a la entidad que presta el servicio) sin mayores costos intermediarios. Si la tendencia a consumir frutas y verduras agroecológicas sigue aumentando (y junto a ella la cantidad producida) será necesario evaluar la posibilidad de facilitar el acceso del verdulero a esta mercadería, concentrando mayores volúmenes en un único punto. De esta manera la demanda podría acelerar la transformación del sistema productivo sin poner en riesgo pilares fundamentales de la agroecología como la producción en armonía con el ambiente, los canales de venta alternativos o el desarrollo territorial de los pequeños agricultores.