COVID en frutihorticultura
El desafío de los mercados latinoamericanos
|Internacional|
Pasaron casi diez meses desde que la pandemia se hizo presente a nivel mundial. Sin dudas este escenario vino a modificar la realidad de todas las actividades comerciales, entre ellas la diaria de los mercados mayoristas de frutas y verduras. Esta situación no solo se vivió en Argentina; los concentradores de toda Latinoamérica debieron adaptarse a un nuevo funcionamiento y para esto pusieron en marcha diferentes tipos de estrategias.
Como bien se sabe, los mercados fueron exceptuados de cumplir con el aislamiento por ser considerados actividades esenciales y por su rol como abastecedores de la sociedad. A pesar de que su trabajo continuó durante todos estos meses, el aumento de casos de contagios y la disminución en el consumo de algunos sectores de la economía, hizo que las estadísticas se vieran modificadas y los impactos se sintieran rápidamente.
Estos son solo algunos de los aspectos relevados en dos encuestas realizadas, por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Federación Latinoamericana de Mercados de Abastecimiento (FLAMA). Una de ellas, publicada en julio, se aplicó a 71 mercados mayoristas para conocer su situación frente a la pandemia. Entre ellos: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Honduras, México, Nicaragua, Perú, Paraguay, República Dominica, Venezuela y Uruguay.
De acuerdo a los datos obtenidos en ese estudio, el 92% de los mercados mayoristas registraron durante los primeros cuatro meses del año una disminución en las compras por parte de hoteles, restaurantes y otros tipos de servicios. Rubros que fueron en su mayoría restringidos a nivel mundial, lo que influyó directamente en la comercialización mayorista. Sin embargo, varios mercados paralelamente aseguraron que las ventas en los primeros meses aumentaron considerablemente. Este fue el caso de la mayoría de los mercados Argentinos y del Mercado Modelo de Uruguay.
Según Nahuel Levaggi, presidente del Mercado Central de Buenos Aires (MCBA), el concentrador más grande de Argentina hoy atraviesa uno de los picos históricos de comercialización. "Las ventas fueron muy fuertes durante la pandemia. El aumento de la demanda de frutas y verduras fue claro", explicó el referente a InterNos.
En el caso del Mercado Modelo de Uruguay, la comercialización también tuvo estadísticas positivas durante estos meses. “El hecho de que la gente se quedara en sus casas y teletrabajara hizo que cocinara más. Eso impactó en las ventas para bien. La comercialización no solo no se redujo, sino que se incrementó. Hubo grandes volúmenes de venta y, aunque suena contradictorio, los precios en ese tiempo aumentaron considerablemente. A pesar de eso, en los primeros meses la demanda nunca bajó. Después se fue normalizando con el paso del tiempo, pero nunca nuestro mercado se perjudicó”, manifestó a este medio Pablo Pacheco, encargado del área de Desarrollo Comercial del Mercado Modelo.
El agrónomo uruguayo explicó que otro de los factores que tuvo influencia en la comercialización del Mercado Modelo fue el carácter productivo que tiene su país. Uruguay es productor de la mayoría de las frutas y verduras que consume, por lo que mantiene un bajo porcentaje de importación de estas mercaderías. Esto quiere decir que en el escenario de pandemia, el mercado se mantuvo abierto, logró abastecer de manera holgada a la sociedad y pese a algunas restricciones fronterizas no presentó mayores inconvenientes. “Quizás esa particularidad de Uruguay, el abastecimiento adecuado y que no hayamos tenido faltante de producción, hizo que aumentara el consumo y por consecuencia las ventas”, dijo Pacheco.
En este contexto, los mercados además implementaron otras herramientas para garantizar su comercialización. Una de ellas fue la incorporación de aplicaciones o plataformas digitales. Según FAO, el 73% de los mercados mayoristas de Latinoamérica puso en marcha este tipo de canales de comunicación y el 50% de los consultados además realizó convenios con empresas de entregas para realizar envíos.
La entidad perteneciente a ONU reveló, en su segunda encuesta, que los sitios webs de los mercados mayoristas además de ser una alternativa comercial son herramientas que permiten reducir la asimetría de información entre los grandes agentes económicos. Acompañan a los consumidores institucionales e individuales en la toma de decisiones a la hora de elegir qué consumir y son excelentes canales para reforzar la identidad de los mercados, ya que funcionan como instrumentos de marketing.
“Las informaciones que valoran y alientan el consumo de frutas y verduras, el período de cosecha y las sugerencias para la preparación gastronómica y el uso provechoso de alimentos, son estrategias importantes para reforzar el negocio principal de los mercados y promover la seguridad alimentaria y nutricional”, explica el informe de FAO.
Esto fue una conducta que se replicó en todo el mundo y no impactó solo en la venta mayorista sino también minorista. Muchos frutihorticultores implementaron aplicaciones, redes sociales y páginas webs como canales por excelencia para la comercialización. En nuestro país particularmente, la digitalización en tiempos de pandemia vino a poner en evidencia uno de los cuestionamientos más frecuentes del comercio frutihortícola nacional: el rol de los intermediarios en las ventas al consumidor final.
Medidas sanitarias
Los protocolos destinados a prevenir contagios fueron un punto clave en el funcionamiento de los mercados. Así como muchos concentradores no detuvieron su marcha durante la pandemia, algunos otros vieron interrumpida su actividad de manera temporal. El Gran Mercado Mayorista de Lima, ubicado en Santa Anita, fue uno de ellos. El concentrador debió cerrar algunos pabellones del predio en el mes de mayo, luego de que 132 comerciantes dieran positivo en los test de coronavirus. Los pabellones A y B se mantuvieron cerrados por nueve días, ya que eran los espacios donde trabajaban la mayor cantidad de personas contagiadas. Luego de ese lapso de tiempo volvieron a abrirse, pero bajo algunas restricciones.
“Luego de un arduo trabajo articulado, se han reabierto los pabellones A y B del Gran Mercado Mayorista de Lima. En cada uno de ellos se cumplirá una serie de protocolos, gracias a las medidas implementadas, como el pintado de círculos para mantener la distancia, la instalación de lavamanos y tachos para residuos sólidos, así como la reducción del aforo en un 50%”, dijo Jorge Muñoz, alcalde de Lima.
Las autoridades del concentrador limeño llevaron adelante una gran cantidad de medidas para poder volver a funcionar. Entre ellas: removieron más de 3.200 m² de material inservible que había en el lugar; se ejecutó la desinfección y fumigación de toda la infraestructura; se colocó señalética sobre la ubicación de zonas seguras, lavamanos y distanciamiento social y se implementó la toma de temperatura en el ingreso del predio.
En el caso de la Central de Abasto de la Ciudad de México (CEDA) la situación fue un poco más compleja. Al comienzo de la pandemia quienes trabajaban a diario en el predio se encontraban un tanto descreídos de la situación sanitaria mundial. Sin embargo, con el pasar de los días la realidad se volvió un tanto cruda. Los casos de contagios aumentaron de manera considerable, 200 por semana dentro del predio en el mes de mayo, e incluso hubo muchas muertes de operadores en el concentrador. Sin embargo, cerrar sus puertas nunca fue una opción. “Cerrar la central sería como clausurar el estómago de una parte del país”, manifestó en su momento el director, Héctor García Nieto.
Cuando hablamos del abasto de la ciudad de México, es importante destacar que hablamos de uno de los mercados más grandes del mundo. En este espacio, antes de la pandemia, transitaban alrededor de 500.000 personas por día y trabajaban cerca de 90.000 operadores. Cuando los casos de contagios comenzaron a decir presente, muchos de esos puestos cerraron por prevención y por consecuencia las ventas disminuyeron. Incluso algunos operarios, en el mes de junio, aseguraron que la reducción económica fue de un 80%.
Frente a este escenario, la administración del mercado tuvo que tomar cartas en el asunto y puso en marcha un gran operativo sanitario. Desinfecciones de espacios durante 6 horas, trabajadores de la salud controlando la temperatura corporal de los asistentes, suministro de alcohol en gel constante, restricción en el ingreso y en el tiempo de circulación dentro del predio, solo fueron algunas de las medidas en la central. Además, El fideicomiso que administra la central (FICEDA) a finales de abril implementó un sistema de diagnóstico y hospitalización en el predio para que trabajadores y vecinos acudieran en caso de sospechas.
https://www.facebook.com/CdeAbastoCDMX/posts/1769559696552402
Actualmente el mercado continúa funcionando pero más reforzado que nunca. Realiza semanalmente análisis de laboratorio a quienes concurren al predio, desplegó una campaña comunicacional en sus redes sociales para concientizar sobre la prevención de contagios y al igual que otros concentradores latinoamericanos impulsó el comercio online para evitar la circulación en sus pasillos. En el mes de noviembre cumplió 38 años y aunque no tuvo una celebración como todos los años, su administradora mediante un comunicado se ocupó de reforzar el compromiso con la Central y con la sociedad mexicana.
“Los nuevos tiempos reclaman trabajo creativo y socialmente responsable, mejores prácticas día a día en las bodegas, patios, andenes y todas las áreas comunes. Esta es la hora de innovar, de impulsar una central inteligente, moderna y segura, que sirva a la población con alimentos saludables. Estamos dando los primeros pasos para implementar un modelo de economía circular que será nuestra respuesta proactiva a los cambios que hoy se viven en nuestra realidad”, manifestó Marcela Villegas Silva, coordinadora y administradora de la CEDA.
En el país vecino de Chile, las medidas sanitarias y los protocolos se aplicaron dentro del Mercado Lo Valledor inmediatamente después de que el gobierno de Sebastian Piñera decretara el toque de queda nocturno por la cuarentena. Este hecho hizo que la venta en los mercados se restringiera. Una de las medidas tomada por el concentrador fue la prohibición de la venta a consumidores finales y la comercialización quedó reservada exclusivamente para comerciantes mayoristas o minoristas.
“En los mercados que abastecen de fruta y verdura, como La Vega Central o el mercado Lo Valledor, se va a exigir acreditar la condición de comerciante minorista o mayorista para poder ingresar. Esto se hace con el RUT del comerciante o la patente comercial que certifique que la persona tiene un puesto en la feria, almacén, verdulería de barrio, etcétera”, explicó en su momento Felipe Guevara, Intendente de la Región Metropolitana de Santiago.
Con el correr de los meses las restricciones de circulación se flexibilizaron, de hecho a principios de noviembre el gobierno chileno anunció que los horarios de circulación se ampliarían y las medidas sanitarias se profundizaron. El mercado Lo Valledor implementó medidas sanitarias a través del plan Paso a Paso. Este consistió en el uso obligatorio de tapabocas, la toma de temperatura, restringió el ingreso a su predio y aceitó los canales digitales para la venta de frutas y verduras. Además, paralelamente llevó adelante una intensa campaña destinada a recuperar residuos orgánicos con el fin de alimentar al ganado de agricultores chilenos y mediante el Banco de Alimentos entregó mercadería a un gran número de familias necesitadas.
Los Bancos de Alimentos y los servicios sociales son elementos que se extienden dentro de la mayoría de los mercados latinoméricanos. Sin embargo, durante la pandemia tomaron más protagonismo. Estas acciones permiten afianzar el rol social que los concentradores tienen en cada país y extender su compromiso a lo largo y ancho de su territorio. Según las encuestas analizadas por FAO y FLAMA, a lo largo de los años los mercados mayoristas aumentaron su trabajo en ese sentido. Realizan actividades para mejorar la gestión de pérdidas y desperdicios, brindan asistencia y capacitan a productores rurales, y participan activamente en campañas que promueven la alimentación saludable.
Los mercados de Argentina no solo se sumaron a las medidas sanitarias, que fueron bastante similares a las de toda Latinoamérica, sino también a esta tendencia de conciencia ambiental y solidaria. De hecho lo vienen haciendo hace muchos años. La Federación de los Mercados Frutihortícolas de Argentina (Fenaomfra) tiene un vínculo muy estrecho con la Red de Bancos de Alimentos nacional. Trabajan en conjunto diariamente para recuperar alimentos frescos, especialmente frutas y verduras, en la etapa previa a qué se conviertan en un residuo. Desde la Federación aseguran que esta tarea es ardua y depende de una gran cantidad de voluntarios que seleccionan cada producto de manera segura y evitan que el proceso de putrefacción avance.
“Se recuperan muchos kilos de frutas y verduras que llegan al plato de personas que se encuentran en estado de vulnerabilidad alimentaria. A esto se le suma como beneficio adicional la posibilidad de reducir las pérdidas y el desperdicio de esos productos, mitigando el impacto en los rellenos sanitarios que son un recurso finito. Esta estrategia aporta un granito de arena a esta construcción colectiva que nos atraviesa a todos. A los Mercados de Abasto Frutihortícolas y a la Red de Bancos de Alimentos del mundo entero”, manifestó a este medio Carlos Otrino, presidente de Fenaomfra.
Finalizó campaña #HayMañana de @OITArgentina y @FAOArgentina
junto a entidades de gobierno, en la cual se visibilizó la labor de las/los trabajadores de la producción y distribución de alimentos, fomentando el #trabajodecente en el @cmercadocentral
👉https://t.co/5LZ3WlmmJr pic.twitter.com/RuwaSdMr0q— ONU Argentina (@ONUArgentina) November 9, 2020
El contexto de pandemia claramente empujó a los grandes abastecedores de toda América Latina no solo a modificar su funcionamiento diario, sino también a repensar su sistema de gestión. Encontrar modos y estrategias para cumplir con sus grandes responsabilidades, fue la clave en un escenario impensado por todos. Según el representante de Fenaomfra, la emergencia sanitaria hizo que los mercados de todo el mundo descubrieran el carácter esencial de su actividad. “No es que antes no lo fueran sino que, muchas veces, era una discusión que teníamos puertas para adentro: si el abasto de frutas y verduras frescas era un servicio fundamental o no. Este tiempo histórico nos dio la certeza de que si lo es y por eso debimos adaptarnos, para cumplir con nuestra labor en la sociedad”, analizó Otrino.
Más tarde o más temprano las administraciones de cada mercado asumieron el desafío de cuidar a sus trabajadores y paralelamente garantizar alimentos a toda una población. Como si eso fuese poco, reanudaron sus compromisos sociales. El actual estado de situación de los mercados, nos demuestra que sus tareas sobrepasan ampliamente la de meros abastecedores. Los mercados mayoristas tienen una función clave en el equilibrio social, económico y productivo de las naciones. Agregan valor a los productos agrícolas e incluso asumen la responsabilidad informativa de ayudar a reducir las brechas sociales, que muchas veces limitan el acceso a una alimentación saludable.