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Comercialización

Mandarinas: exportaciones y consumo en caída

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|Argentina|

Nuestro país es uno de los principales productores y proveedores de cítricos del hemisferio sur. Dicha cadena representa una de las más importantes dentro del espectro frutícola regional. La mandarina, si bien no es el cítrico dulce que más se exporta ni consume, logró consolidarse y mejorar sus rendimientos a lo largo del tiempo lo que le permite hoy competir a nivel internacional con productos de excelente calidad como son los provenientes de Sudáfrica.

A pesar de registrar grandes avances la producción de mandarina argentina, al igual que la mayoría de las producciones agropecuarias, se ve condicionada por factores como el clima, la oferta y la demanda, el tipo de cambio, las políticas gubernamentales y los costos productivos. Además su consumo viene en caída hace un tiempo, lo que también se convierte en un factor decisivo a la hora de analizar su producción. En los años ’90 los argentinos consumíamos cerca de los 30 kilos per cápita. En el 2000 el consumo de mandarina bajó a 25 y hoy, a pesar de que durante el 2020 el consumo de esta fruta escaló a causa de la pandemia, no supera los 10 kilos por habitante por año.

La principal zona productora de mandarinas es el NEA. Corrientes y Entre Ríos son las provincias que concentran el 90% de la producción. Específicamente las zonas del noreste entrerriano y el sudeste de Corrientes cuentan hoy con un total aproximado de 56.000 hectáreas dedicadas a esta fruta. Le siguen áreas como Jujuy, Catamarca, Salta, Buenos Aires y Tucumán con menores cantidades de hectáreas implantadas y su producción se distribuye principalmente para consumo regional.

La microrregión productiva compuesta por Entre Ríos y Corrientes es la encargada de abastecer con mandarina durante todo el año al mercado interno. De casi 500 mil toneladas que se producen en dicha área, aproximadamente 240mil se ubican en los mercados nacionales. Las cosechas de la fruta en esas zonas comienzan en los meses de febrero/marzo con variedades como la Oktisu y permanece en los mercados hasta diciembre/enero. Las últimas variedades en recolectarse son las Murcott y la Ortanique en los meses de julio/agosto y septiembre/octubre respectivamente.

Mapa: elaboración propia.

La mayor parte de la oferta de mandarinas en argentina es de producción nacional, pero desde el año 2016 la incorporación de frutas de otros países se incrementó un 22% aproximadamente. De acuerdo a los relevamientos de INDEC, el volumen importado de mandarinas se mantuvo durante ese periodo en las 150 toneladas. Dichas frutas provinieron  principalmente de España, México, Brasil y Chile. Asimismo el porcentaje importado, en comparación a los volúmenes de fruta nacional, es menor y no representa actualmente una amenaza para los productores argentinos.

Dentro de los mercados mayoristas, los precios de las mandarinas varían por supuesto de acuerdo a los movimientos de oferta y demanda. En los períodos de marzo/abril, cuando la oferta es menor y se encuentra cubierta por la fruta de la temporada pasada que fue conservada en cámaras de frío, los precios son más altos. A partir de mayo, los valores de la fruta empiezan a caer porque se empieza a cosechar la fruta de esta estación y por ende hay más volumen de la misma.

Hoy, por ejemplo, en el Mercado Central de Buenos Aires (MCBA) un cajón de 18 kilos de mandarina Okitsu cuesta $700, uno de Nova $900 y uno de Mandarina Criolla $1100. En el caso del Mercado de Abasto de Córdoba, los valores únicamente presentan diferencias cuando se trata de la mandarina Criolla que un cajón de 18 kilos cuesta $1500. Mientras que la Okitsu y la Nova se encuentran iguales a las frutas del central.

Calendario variedades: elaboración propia.

Además de tener como destino el mercado interno, un porcentaje de las mandarinas que se producen en las provincias del Litoral se destina al mercado externo. Si bien la participación Argentina en el mundo con las mandarinas es relativamente baja (10%), la fruta tiene asegurado un lugar en países como Rusia, Canadá, Europa y Medio Oriente. Del total que se produce en el país hoy se exportan aproximadamente  40 mil toneladas, es decir entre el 10/20%. Pero hasta hace unos años desde Argentina se destinaban más de 100 mil toneladas al mundo. Según los registros del sector citrícola, en el año 2013 el 74% de las exportaciones de fruta fresca eran mandarinas, mientras que en 2018 sólo representaron el 53%.

La caída en los volúmenes exportables de la actividad responde principalmente a motivos sanitarios. Las exigencias de los mercados importadores de cítricos son muy altas y nuestro país presenta algunos problemas en estos términos. Por las condiciones de humedad en las zonas productivas, las frutas tienen grandes posibilidades de sufrir enfermedades fúngicas que afectan directamente a su calidad de exportación. Un ejemplo de esto, es lo que sucedió el año pasado con el cierre del mercado europeo por la detección de la mancha negra en cargamentos de limones.  A ese factor se le suman los costos logísticos que deben enfrentar los productores argentinos a la hora de exportar los cítricos dulces, el aumento en los niveles inflacionarios, la inestabilidad económica de nuestra región, la falta de políticas públicas que acompañen la comercialización internacional de las frutas y la dificultad por incorporar nuevas variedades de mandarinas que estén a la altura de los requerimientos extranjeros.

Foto: FAMA S.A.

Una de las empresas dedicadas a la exportación de mandarina es FAMA S.A. Se ubica en Entre Ríos y nuclea a 15 productores de la zona. Procesa un promedio de 15 mil toneladas de mandarinas al año, pero durante el 2020 registró una importante caída y solo pudo procesar en total unas 8 mil. Desde hace unos años, la firma ocupa un lugar protagónico en la actividad y se encarga de mejorar constantemente su producción para estar a la altura de la competencia internacional. Un ejemplo de eso, es la incorporación de nuevos tipos de mandarinas. En el año 2007 FAMA firmó un acuerdo con Israel para importar desde ese país mejores variedades, producirlas, cosecharlas y exportarlas.

“Se están retomando las exportaciones adecuando las variedades que el mundo demanda. Pero tenemos una década de atraso en términos de variedad. La  producción de variedades a nivel nacional está frenada y por eso las empresas tenemos que importarlas, haciendo acuerdos y pagando patentes a diferentes empresas del mundo”, explicó a InterNos Gustavo Piloni, productor de mandarina de Monte Caseros y director de FAMA S.A.

Otra de las alternativas que encuentran los productores a las mandarinas argentinas, ante las trabas sanitarias del comercio internacional y los costos logísticos, es la industria. Esta rama de la actividad permite aprovechar casi el total de la producción nacional y  reducir los niveles de pérdidas y descartes. En este caso la fruta se destina a la producción de aceites esenciales, se comercializa como pulpa congelada o como cáscara deshidratada. Aproximadamente un total de 76 mil toneladas de mandarinas tienen como fin la industria nacional.

 

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