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La alimentación veggie llegó para quedarse
|Argentina|
El futuro llegó hace rato es una frese que popularizó Carlos “el indio” Solari y hoy podría asociarse directamente a las formas que adquirieron los hábitos de consumo en Argentina. Veganismo, vegetarianismo y flexitarianismo son tres conceptos que hace un tiempo parecían desconocidos y hoy forman parte de un nuevo tipo de alimentación que llegó para quedarse en nuestro país. Aun así, continúan generando polémica entre quienes integran el rubro agroalimentario.
Empecemos por definirlos. Los consumidores vegetarianos son aquellos que llevan adelante una dieta basada en productos de origen vegetal y consumen algunos derivados de animales. Los veganos consumen exclusivamente alimentos de origen vegetal. Pero además, su forma de vida es coherente con esta línea ideológica. Por último, los flexitarianos son personas que tienen una dieta principalmente vegetariana, pero realizan un consumo esporádico de algún tipo de carne.
Es importante decir que en el mundo existen más de 600 millones de personas vegetarianas y se estima que en Argentina actualmente el 12% de la población es vegana-vegetariana. Lo que equivale a casi de cinco millones de habitantes. Aunque, un gran porcentaje de quienes integran esa categoría se definen a sí mismos como flexitarianos. Esto, según un estudio realizado en julio/agosto de 2020 por la Unión Vegana Argentina (UVA) junto a la empresa Kantar Insight División que luego fue utilizado por Alimentos Argentinos para la elaboración del informe “Hacia Pymes alimentarias más sostenibles”.
“La gente se está volcando a tener una alimentación basada en plantas integrales. Es algo positivo no solo porque la alimentación vegetariana o vegana se relaciona con menores índices de enfermedades crónicas, que hoy son principales causas de muerte a nivel nacional, sino que también está sujeto a una cuestión ético-moral. Tiene que ver con la conciencia ambiental y con reducir el maltrato animal. Comer más plantas disminuye la huella de carbono en nuestra alimentación y también la huella hídrica”, consideró Ignacio Porras, nutricionista y Director Ejecutivo de SANAR, en conversación con InterNos.
Alrededor de la alimentación basada únicamente en productos de origen vegetal también existen varios mitos. Uno de los más conocidos tiene que ver con la manera en que las plantas reemplazan, o no, los nutrientes que aportan otros alimentos de origen animal. Al ser consultado por esto, Porras aseguró: “Una persona puede tener en cualquier momento de su vida, desde la niñez hasta la vejez, una alimentación basada en plantas de manera completa y saludable sin problemas”.
El único nutriente crítico que debe consumirse de manera suplementaria es la Vitamina B12 porque no es posible incorporarla a través de los alimentos de origen vegetal. Aun así, Porras comentó que esa consideración se encuentra en crisis desde el cambio en los sistemas de cría ganadera.
“Desde el momento en que las vacas se empezaron a criar en feedlots para la producción intensiva y dejaron de pastorear, los porcentajes de B12 en el organismo se redujeron. Esto se debe a que la Vitamina se genera por microorganismos a nivel del suelo que las vacas incorporaban pastando. Hoy si las vacas no son suplementadas con B12, los alimentos que nosotros comemos tampoco contienen este nutriente. En casos como estos vemos el impacto que tienen los sistemas productivos actuales”, explicó el nutricionista.
Hablar de veganismo con fines publicitarios
A esta tendencia de consumo se suman además las empresas o marcas que encuentran en el mercado de productos veggies un nuevo nicho de comercialización. En este punto es necesario prender algunas alertas porque, así como hay empresas que reconvirtieron sus propios sistemas productivos para elaborar alimentos aptos veganos-vegetarianos, también existe una fuerte presencia de la publicidad que muchas veces genera confusión y difunde mensajes erróneos.
Ignacio Porras lo describió de manera clara: “No todos los alimentos que dicen ser veganos son saludables. Además, se puede tener una alimentación basada en plantas y que esta sea desequilibrada o poco nutritiva”.
Para contrarrestar el marketing engañoso y los problemas de salud que puede traer una mala alimentación, las políticas públicas son claves. Como sucede con el etiquetado frontal de alimentos ultraprocesados, los alimentos veganos-vegetarianos también necesitan ser identificados. No solo para que sus consumidores sepan qué no contienen, sino también para que estén al tanto de que ingredientes están incorporando.
En este escenario, el etiquetado y la certificación de los alimentos veganos-vegetarianos se convirtió en una demanda actual de los consumidores. A nivel internacional existen muchas normativas destinadas a diferenciar los alimentos y garantizar un marco seguro a la hora de elegirlos. Sin embargo, es un aspecto que no cuenta con aceptación uniforme por parte de todas las organizaciones y esto muchas veces genera conflictos. En nuestro país, por ejemplo, algunos alimentos veganos utilizan en sus rótulos logos reconocidos en otros países o por organizaciones privadas. Pero también hay casos en que los productos son denominados veganos y no cuentan con un etiquetado oficial.
“La confusión o el engaño surge cuando no hay legislaciones sobre el tema. Es algo que el Estado nos sigue debiendo. Pero también hay un marketing enorme sobre los ultraprocesados veganos. Porque una marca de papas fritas podría promocionarse como producto vegano, porque en definitiva lo es, pero no por eso es un alimento de calidad que recomendemos consumir. En esto va a colaborar la ley de Etiquetado Frontal porque va a hacer que la totalidad de los alimentos tengan que exponer sus ingredientes y le va a dar a los consumidores más información”, consideró el nutricionista.
En este escenario la Organización Internacional de Normalización (ISO, por sus siglas en inglés) estableció definiciones y criterios técnicos para alimentos e ingredientes alimentarios, aptos para vegetarianos o veganos con el fin de sentar las bases para su etiquetado. A nivel local la UVA y V-Label Internacional crearon una alianza para facilitar el desarrollo de la industria vegana con el objetivo de que se generen protocolos veganos de fabricación.
“Esto facilita el consumo brindando confianza y evitando la lectura de etiquetas ilegibles e inentendibles, fomentando de esta forma, el acercamiento de los fabricantes a las necesidades de los consumidores. El Sello V-Label garantiza transparencia y seguridad porque está gestionado por veganos. Pueden tener la seguridad total que si un producto lleva el Sello Original V-Label, es vegano”, manifestaron desde UVA.
Los nuevos movimientos veganos-vegetarianos, vistos desde una perspectiva agroindustrial, representan una oportunidad de negocio. Según el informe realizado por Alimentos Argentinos, el crecimiento de estos grupos de consumidores es un incentivo para que tanto productores como elaboradores puedan ampliar la oferta de productos disponibles.
“Es un componente estratégico para el desarrollo competitivo de un tipo de alimentos (diferenciados por sus ingredientes y procesos) que debe ser acompañado. Se requerirá, entonces, el desarrollo de modelos de negocios puntuales con servicios asociados diferenciados y de una comunicación diseñada en función de canales no tradicionales. Por lo menos hasta que esta tendencia de la demanda se masifique”, dice el documento oficial.
Incluso ya existen algunas iniciativas destinadas a elaborar alimentos que tienen solamente ingredientes de origen vegetal o poco utilizados por la población en sus dietas diarias. Algunas de estas propuestas las desarrolla el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI)
Según explicaron desde el Instituto, el objetivo en esta línea es investigar y desarrollar ingredientes que permitan mejorar el perfil nutricional de los alimentos, que prioricen la utilización de recursos autóctonos y de las tendencias mundiales. Bajo estas ideas es que desarrolló, por ejemplo, concentrados y aislados proteicos a partir de legumbres; Harina de alubias (porotos); pastas y premezclas SIN TACC; pastas secas a base de trigo, soja o alubia y hasta un producto vegano similar al dulce de leche.
Otro proyecto en esta misma línea es el que lleva adelante Laboratorios Craveri: producción de hamburguesas de carne cultivada. Experiencia que hace solo unos días concretó la primera degustación de este alimento. “Es muy gratificante poder compartir este avance científico con el mundo, cuya iniciativa nació en 2016, con el objetivo de contribuir y colaborar con una solución a la creciente demanda alimenticia que afrontará el mundo. No es una utopía; la carne cultivada es un hecho y B.I.F.E. lo hizo posible”, aseguró en la prueba Laura Correa, directora de la División de Bioingeniería de Laboratorios Craveri.
La iniciativa del laboratorio argentino no solo es una propuesta innovadora, sino que además es un gran paso hacia el desarrollo de un nuevo sistema alimentario y productivo. La carne de cultivo se plantea como una alternativa para los consumidores que desean seguir comiendo este tipo de productos, pero de una forma más amigable con el medio ambiente.
Por el surgimiento de estas nuevas experiencias, que intentan avanzar en la producción de los “alimentos del futuro”, también le consultamos a Porras quien aseguró: “Reemplazar alimentos que tienen como base productos de origen animal por otros que no las tienen es un tema delicado. A mi me preocupa como nutricionista siempre saber que sí tienen esos alimentos porque sino todo termina siendo parte de un mismo marketing. No conozco en profundidad esas iniciativas, pero en general creo que es importante que los alimentos tengan toda la información al alcance de la mano del consumidor”.
Lo que está pasando con las prácticas productivas y alimentarias a nivel mundial viene a poner en jaque todas las estructuras económicas, culturales y ambientales que creíamos establecidas. Soledad Barruti, periodista especializada en alimentación, en una nota para el medio Bocado.lat dice que producir mucho de una sola cosa inevitablemente significa forzar a la naturaleza de la que somos parte. “Todos los problemas que nos acorralan surgen de ese paradigma de simplificar, homogeneizar e industrializar el campo y la alimentación: los monocultivos, las granjas-fábrica, el cambio climático, el empobrecimiento rural y el hacinamiento urbano”, afirmó.
El cambio no es inmediato, pero cuestionar la forma en que nos alimentamos y producimos -o empezar a dar debates a la altura de las circunstancias- es sin lugar a dudas la puerta de entrada a un mundo, al menos, más sostenible.