Comercialización
Membrillos: una buena alternativa productiva
|Argentina|
Si consultamos en las tradiciones de nuestras propias familias, seguramente nos encontremos con algún árbol membrillero. Hasta no hace muchos años era habitual encontrar este tipo de frutales en los jardines particulares y que las amas de casa utilizaran sus cosechas para la elaboración de dulces para su abastecimiento, o el de sus vecinos. Pero en algunas regiones de nuestro país, mas allá del consumo familiar, los membrillos se plantan y cosechan a mayor escala demostrando el potencial productivo con el que cuentan.
Como frutas tienen una particularidad: no se consumen en fresco por ser de sabor ácido. A pesar de que es un alimento rico en nutrientes -aporta vitamina A, B y C, minerales, hierro, calcio y es bajo en grasas- y que cuenta con abundante cantidad de pectina y taninos que lo vuelve un astringente por excelencia, la mayoría de los argentinos lo consumimos luego de ser industrializado o procesado en jaleas o dulces.
Los valores de los membrillos no se pueden evaluar de la misma manera que las frutas que habitualmente encontramos en los mercados mayoristas. Su consumo depende de la industria y es muy corto el periodo de tiempo en que están disponibles. Además, las cantidades de frutas también son pequeñas. Lo que sí se puede decir es que durante el otoño la oferta de membrillos es mayor y la calidad de la fruta, mejor.
En Catamarca, La Rioja, San Juan y Mendoza se concentra la mayor cantidad de producción de membrillo. La ubicación geográfica de estas provincias y sus condiciones climáticas hace que los frutales tengan un desarrollo óptimo. Lo que sucede es que los membrillos necesitan climas templados o relativamente fríos para crecer. Se adaptan prácticamente a todo tipo de suelos, con preferencia en los que tienen textura franco-arcillosa y tienen buen drenaje.
Catamarca es la principal provincia productora del NOA, seguida por La Rioja. La zona de Andalgalá es la región que mayor cantidad de membrillos concentra. Es la primera en iniciar las cosechas de la fruta durante enero y febrero, y por año cosecha aproximadamente 3.500 toneladas de membrillos. El 80% de la fruta se destina a la industria, principalmente se envía Mendoza para su procesamiento, y con el 20% restante se abastece a las empresas regionales. En La Rioja podemos encontrar plantaciones de membrillos principalmente en las localidades de Guachin, Olta y Famatina. Allí las cosechas también inician los primeros meses del año y aportan al abastecimiento regional.
En Mendoza la producción de membrillos ocupa más de 1.000 hectáreas y se alcanzan aproximadamente 10 millones de kilos anuales. Las plantaciones se ubican en San Rafael, en General Alvear y en Tunuyán. Las cosechas se dan entre marzo y abril al igual que en San Juan, donde actualmente existen más de 500 hectáreas dedicadas a este cultivo que se ubican principalmente en Jáchal. Allí se pueden encontrar productores grandes, diez aproximadamente, que cultivan anualmente entre 20-30 hectáreas cada uno y pequeños productores que no superan las dos hectáreas plantadas.
Vale mencionar que en la zona cuyana la producción de membrillos y la elaboración de productos derivados es una actividad de gran importancia económica, ya que abastece la demanda de muchas provincias argentinas. Particularmente los membrillos sanjuaninos son reconocidos a nivel nacional por la cantidad de pectina que contienen. En su gran mayoría son de tipo “rubio”, lo que les da un color claro a los dulces diferenciándolos del resto de las producciones y volviéndolos más atractivos para la industria.
Las variedades que predominan en Mendoza son Smyrna, Champion y Criolla. Las últimas dos son las que eligen mayormente los productores sanjuaninos.
“El manejo de las plantas acá se hace tipo arbusto, con muchas ramas desde abajo, lo que trae grandes problemas sanitarios porque favorece la presencia de Carpocapsa y mosca de los frutos. A esto se le suma la escasez de mano de obra y la dificultad de encontrar personas que se dediquen específicamente a la poda anual. Si vos podás de forma periódica las plantas después solo te queda repasarlas, pero eso no sucede entre los pequeños productores. Es una de las falencias que debería modificarse", explicó a InterNos María Teresa Fernández, jefa de la experimental Inta Jáchal.
La experta sostiene que la falta de mano de obra en las plantaciones de membrillos se debe a la competencia laboral que imponen otras actividades de la provincia. Las minas, por ejemplo, acaparan la mayor parte de los recursos humanos y eso hace que el interés por trabajar en las cosechas de frutales disminuya entre los sanjuaninos. "Si existieran cuadrillas especializadas, el manejo y los rendimientos serían mejores. Cuando no tenés manejo, podar una planta lleva más de cuatro horas entre cinco personas y para los productores no es conveniente", dijo Fernandez.
A raíz de esta problemática desde INTA Jáchal trabajan junto a las escuelas agrotécnicas y brindan capacitaciones a los alumnos sobre el cultivo. Lo realizan en los campos de las propias instituciones y allí enseñan detalladamente el manejo de las plantas. Esta actividad termina siendo una apuesta a futuro en la región, ya que mientras más personas especializadas haya en el manejo de las plantaciones mejor será el nivel productivo. Además, brindan asesoramiento a las familias de los alumnos que cuentan con producciones propias.
“La zona de Jáchal tiene un gran potencial en este cultivo por el clima y por la sanidad en el ambiente, pero eso hay que acompañarlo con un mayor manejo. Actualmente en la región se está haciendo un relevamiento para identificar exactamente dónde se encuentran las fincas, la superficie total y así conocer el escenario de producción actual. Además, se está trabajando en la posibilidad de instalar parcelas experimentales en zonas estratégicas, donde se muestre a los productores el manejo de los frutales. También pensamos en incorporar las variedades INTA y evaluar el comportamiento de las mismas para ver si se pueden utilizar como alternativas en la producción actual”, detalló Fernández.
Al igual que sucede con otras producciones frutícolas, el cultivo de membrillos se puede realizar bajo sistemas tradicionales que incorporan agroquímicos para su manejo o bajo sistemas agroecológicos. En Mendoza existe actualmente algunas iniciativas sobre esto último y una de ellas es la que realiza Finca Cosmos. Cuentan con cuatro hectáreas productivas y 200 plantas de membrillo que trabajan de manera agroecológica y biodinámica. Todo lo que cosechan se convierte en pan de membrillo y lo comercializan por sus redes no solo en Mendoza, sino también en otras provincias como Córdoba, Buenos Aires y Rosario.
“Hace cinco años nos dedicamos a esta actividad. El consumo del membrillo agroecológico viene en aumento hace un tiempo y estimamos que un factor clave para esto fue la pandemia, porque la gente empezó a prestar mas atención a el origen de los alimentos y el impacto ambiental que tienen los sistemas que los producen. Las personas hoy eligen consumir productos de pequeñas empresas y ya no de grandes industrias”, dijo a este medio Laura Manzano quien forma parte de Fincas Cosmos.
Otras de las zonas donde se desarrolla el cultivo de estos frutales es en San Pedro, Buenos Aires. La zona no cuenta con las condiciones climáticas ideales para el desarrollo de los membrillos, pero en el año 2019 una familia de la zona comenzó esta producción y se encarga actualmente de abastecer a las empresas locales.
En esa zona, el INTA regional hizo una evaluación sobre los cultivos comerciales y determinó: “El cultivo de membrillero aparece como una alternativa para diversificar la producción frutícola regional y presenta una buena adaptación a las condiciones agroecológicas de la zona”.
Además, consideró que hasta el momento las plantaciones demostraron tener un rápido desarrollo y un buen potencial productivo. Pero también reconoció que al igual que en otras regiones argentinas, la poda es una actividad que necesita perfeccionarse para mejorar los cultivos y garantizar un buen mantenimiento de las plantas a largo plazo.
La experiencia de Buenos Aires y los frutales que aun se mantienen en pie en pequeñas hectáreas de otras provincias dan cuenta de que el membrillo tiene un buen potencial productivo. Sin perder su identidad cuyana, incluso incrementándola, podría convertirse en una buena alternativa para los productores frutícolas nacionales.