Producción
Cada vez más productores eligen fertilizar y controlar insectos con bioinsumos
|Argentina|
Según datos de la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (CASAFE), los productos biológicos agropecuarios, mayormente conocidos como bioinsumos, están teniendo un crecimiento generalizado en nuestro país, con una facturación anual de casi 78 millones de dólares.
Técnicamente, los bioinsumos son productos de origen biológico constituidos por microorganismos (hongos, bacterias y virus), macroorganismos (ácaros e insectos benéficos), extractos de plantas y compuestos derivados de origen natural, que se destacan por su bajo impacto ambiental.
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Los más utilizados en Argentina son los inoculantes, que son productos formulados para mantener vivas y activas las bacterias que fijan el nitrógeno del aire en asociación con el cultivo. En segundo lugar aparecen los bioinsecticidas que sirven para controlar insectos y, en tercer lugar, los bioestimulantes.
A nivel mundial, la demanda de bioinsumos posiciona a estos productos en un lugar cada vez más competitivo dentro del mercado de fitosanitarios. “La proyección de este mercado prevee tasas de crecimiento del 14% anual a nivel global, según la agencia Markets&Markets”, señalaron desde CASAFE.
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En Argentina existe una entidad que agrupa a las empresas elaboradoras de estos productos, la Cámara Argentina de Bioinsumos (CABIO). Semanas atrás, Revista InterNos conversó mano a mano con su presidente, Roberto Rapela, para quien los bioinsumos tienen un “futuro inconmensurable” en nuestro país.
“Surgieron como una necesidad imperiosa de recuperar los suelos que fueron degradados a partir de la incorporación de productos químicos, cuando comenzó a destruirse la microbiota y por lo tanto los microporos de la tierra, con su consecuente compactación y desertificación", señaló sobre su irrupción en el mercado.
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Y agregó: "Permiten una producción amigable con el medio ambiente, disminuyen los gases de efecto invernadero y van a producir sustentabilidad para el futuro".
En el agro, los bioinsumos no apuntan tanto a solucionar problemáticas puntuales -por ejemplo una plaga o enfermedad- sino a un trabajo sobre el ecosistema para que dicha enfermedad encuentre dificultades en desarrollarse o incluso conviva con el cultivo, pero sin generar perjuicios económicos al productor.
Si bien estos insumos tienen un alto potencial de penetración en ambos mercados -intensivo y extensivo- lo cierto es que la producción de frutas y hortalizas es hoy protagonista, por las características ligadas a su consumo en fresco.
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