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Mercado de Chubut: Reinventarse para crecer
Los mercados concentradores son organismos vivos. Lo sabe cualquiera que alguna vez haya transitado sus calles, sus puestos, sus pasillos. Lo sabe cualquiera que haya hablado con sus puesteros, changarines y dirigentes. Y como están vivos, cambian. Mutan. Crecen y se expanden. A veces, lamentablemente no pocas, se resienten. Y otras tantas se reinventan.
En 2019, visitamos el Mercado Concentrador de Chubut, ubicado en el Parque Industrial de Trelew, a la vera de la ruta 25 y a unos cuatro kilómetros de esa ciudad. Había sido inaugurado en abril de 2017 para concentrar la oferta frutihortícola y abastecer al Valle Inferior del Río Chubut (VIRCH) y la Península Valdés. Tres años después, volvimos a sus instalaciones para ver su evolución.
“Hubo un crecimiento en la cantidad de mercadería que ingresa y también en la cantidad de compradores. Hoy abastecemos a todas las localidades del VIRCH, aunque la idea es cubrir, en el futuro, más allá de la frontera”, nos dijo Juan Pablo Velázquez, gerente del mayorista. Diariamente ingresan unos 100 vehículos compradores.
Puerto Madryn, Comodoro Rivadavia, Rawson y el propio Trelew son algunas de las ciudades más importantes que reciben frutas y verduras del concentrador, a las que se suman otras más pequeñas en su densidad poblacional como Gaiman, Dolavon o 28 de Julio. También es cierto que varios camiones trasladan mercadería hacia algunos puntos de Santa Cruz, pero en volúmenes menos significativos.
En relación al 2019, el crecimiento en las ventas se debe a una mayor cantidad de puesteros: hoy la totalidad de la nave está completa (unos 40 operadores) e incluso las zonas de “playas libres”, donde tradicionalmente los productores hortícolas venden su producción del día, están perdiendo relevancia frente a los puestos fijos. Sucede que su demanda es casi inexistente; los productores prefieren alquilar puestos con contratos más extensos. Eso sí: en verano, algunas playas libres -las que no fueron reutilizadas- se alquilan para la venta de cerezas, que durante el mes de diciembre, cuando las plantaciones del sur entran en plena cosecha.
“Como la demanda es poca, el mercado apunta no tener tanta playa libre y sí más puestos fijos. El objetivo es garantizar la comercialización a esos puestos que están todo el año, que pagan muchísimos más impuestos y requieren constantemente de la presencia de la gestión”, dice Velázquez.
En este mercado los puestos fijos están ocupados por productores locales de hortalizas que garantizan una oferta constante de productos frescos desde sus quintas y la complementan con productos de otras provincias o del exterior, como cítricos del NEA, batata bonaerense, bananas ecuatorianas o peras y manzanas del Alto Valle. También hay productores de otras zonas como el sur de Buenos Aires o Río Negro, y otros operadordes que son exclusivamente mayoristas; es decir, que no producen.
"Muchas horas de trabajo para que no quede nada en el bolsillo", Petronilda Perlo, productora
Petronilda Perlo y Alfredo Choque -ella oriunda de Bolivia, él chubutense de nacimiento- son dos horticultores de la zona que grafican bien esa situación. Producen en Bryn Gwyn (en galés Loma Blanca,) una zona rural del Valle inferior del río Chubut situada al sur de Gaiman, y se dedican principalmente a las verduras: acelga, remolacha, verdeo, rabanitos, rúcula, entre otros artículos. Para completar su oferta, traen hortalizas pesadas (papa, calabacín, cebolla, ajo) desde otras provincias como Mendoza o Río Negro.
"Acá, en el Mercado, podemos lograr mejores precios. A veces los camiones van a buscar mercadería a las chacras, pero acá vendemos mejor. Bueno...a veces se vende, a veces se tira. Últimamente no cierran las cuentas”, dijo Petronilda Perlo a InterNos. Durante el segundo año de pandemia la demanda se estancó y, con los costos dolarizados, producir alimento en fresco se hizo cada vez más cuesta arriba.
"En las chacras de nuestra zona se está sembrando poco. Son muy altos los alquileres, sumado a las semillas, los remedios y el alquiler de los puestos acá en el mercado. Muchas horas de trabajo para que no quede nada en el bolsillo. Vamos del mercado a la chacra, y la chacra al mercado", señaló la productora. Un problema que se repite en los cinturones verdes a lo largo y ancho del país.
Infraestructura
En sus planes iniciales este mayorista contaba con un depósito (el “galpón marrón”, para los amigos) donde se prevía que los operadores guardaran cajones o mercadería; sin embargo, el uso y costumbre no fue el esperado "por más que el servicio fuera gratuito”, según dice Velázquez. Unos metros a la derecha del galpón marrón existe, además, otra gran infraestructura donde anteriormente funcionaba una sala de lavado y empaque de papas, ocupada por un privado de la zona que decidió abandonar la actividad por falta de rentabilidad.
“Entonces yo pensé: tengo infraestructura ociosa, ahí tienen que ir más puestos. Y armamos el proyecto. En el galpón grande la idea es poner unos 19 puestos de otros rubros que no sean fruta y verdura (alimento balanceado, leña, artículos de almacén, gaseosas), porque con los que tenemos ya es suficiente. Y en el galpón que era lavadero queremos poner 7 puestos para venta mayorista de carnes de todo tipo: vaca, pescado, pollo, cerdo. De esto último me encontré con una gran demanda, vinieron a verme empresas que ya tienen su negocio armado y quieren entrar. Creemos que esto le va a dar más vuelo al mercado, lo va a transformar en un centro de distribución más grande. Nos va a ayudar a llegar a nuevos puntos”, explicó Velázquez.
"El mercado apunta no tener tanta playa libre y sí más puestos fijos", Juan Pablo Velázquez, gerente
Para hacer estas remodelaciones, el mercado -que, vale recordarlo, es de gestión provincial- buscó financiamiento en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) frente a quien están gestionando un fondo 100 millones de pesos. Ese presupuesto incorpora, además, la construcción de nuevos depósitos “individuales” (seis metros por diez) en la parte trasera de la nave central frutihortícola, para que los operadores puedan alquilarlos en caso de que deseen ampliar su volumen de mercadería o poner equipos de frío. En principio se construirán veinte, si la devaluación de la moneda nacional no afecta los planes. Serán contratos de concesión a mediano plazo.
“La idea es extender los contratos. Anteriormente eran de 2 años, durante mi gestión los llevé a 4 años. Pero todavía es poco, así que evaluamos llevarlos a 8 o 10 años. Necesitamos darle plazos mayores a los operadores para que tengan más capacidad de inversión, más previsibilidad”, dijo el presidente del Mercado.
Otra de las ideas es instalar una fábrica propia de cajones gestionada por algún particular que brinde servicio y abastezca a los productores locales, para que no tengan que importarlos desde el norte, con los problemas de retrasos y el aumento de costos que esto genera. “En general, faltan servicios anexos a la horticultura. En otras zonas del país los tenés, acá no. Y queremos que el mercado empiece a traccionar esos servicios tan necesarios, que se desarrollen alrededor de la actividad”.
Dependiente de la Unidad Ejecutora del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Industria y Comercio, este mercado nació con el objetivo de “aumentar la productividad y los volúmenes comercializados de los productos frutihortícolas” mediante la “modernización del sistema de mercadeo mayorista y logístico (…) con infraestructura, servicios y equipamiento para la provisión de alimentos seguros”, según explica el proyecto inicial del año 2011, desarrollado por el Programa de Servicios Agrícolas Provinciales (PROSAP).
"En general, faltan servicios anexos a la horticultura. Y queremos que el mercado empiece a traccionarlos"
Su construcción respondió inicialmente a la ausencia de un sistema formal y organizado “de abasto”; el grueso de la mercadería se vendía directamente desde las chacras, lo que dificultaba (dificulta) su seguimiento y fiscalización. Formalizar estas operaciones requirió mayores controles sanitarios sobre la verdura para evitar la presencia de contaminaciones químicas, biológicas o físicas. Sin embargo, la informalidad y las consecuentes ventas ilegales siguen siendo una dificultad para la sanidad alimentaria regional. Y también para las ventas del mayorista.
“Sabemos que sucede, lamentablemente no hay controles suficientes a nivel municipal y la mercadería va sin ningún tipo de documentación, facturación, trazabilidad, ni control bromatológico. Todo lo que sí hay en los mercados”, señaló Velázquez.
Y agregó que, como en muchas otras partes del país, el sistema de producción hortícola en la zona todavía navega en la informalidad, desde el alquiler de las chacras -muchas veces, sin papeles- hasta la falta de inversión en tecnología o de conocimiento sobre Buenas Prácticas Agrícolas.
“Al mercado todo lo que entra viene con documentación. Uno de los objetivos es ir logrando que cada vez más productores se formalicen y profesionalicen. Pero bueno, necesitamos el acompañamiento de los municipios para controlar las chacras y los comercios”, agregó.
Perspectivas de futuro
Ampliar su infraestructura, diversificar la oferta y ganar clientes más allá de las fronteras. Ese es el plan del Mercado de Chubut para los próximos años. Sus propios dirigentes reconocen que no será fácil: necesitan aumentar el volúmen de mercadería, mejorar su presentación y lograr nuevos contactos comerciales.
Pero hay otro punto clave en todo esto, y es la necesidad de ganar flexibilidad para mejorar la gestión de los recursos en el día a día. ¿Por qué? Porque el mercado es una inversión pública, que depende pura y exclusivamente del Estado. Si bien esto trae aparejado grandes beneficios (la inversión la hizo un gobierno provincial) también es cierto que, en muchas ocasiones cuesta “seguirle el ritmo” al desarrollo de los privados que integran hoy el mayorista. Así lo explicó Juan Pablo Velázquez:
“Obviamente el Estado tiene que tener el control sobre lo que se hace o deja de hacer, pero necesitamos darle un mayor grado de participación al privado. Miramos mucho el caso del Mercado de Neuquén, que fue una inversión pública y con el tiempo llevó adelante modificaciones para darle más participación a los operadores. Me interesa esa experiencia".
De esta manera sería más fácil, afirma el dirigente, empezar a desarrollar actividades paralelas a la comercialización frutihortícola, que la complementen y la potencien dentro del Parque Industrial donde se encuentra ubicado el mayorista.
"El Mercado ha llegado a un tope. Está lleno, tiene 40 puestos, abastece a toda la zona. Queremos crecer más y necesitamos pensar en alternativas. Veremos qué sucede en los próximos años”, concluyó Velázquez.
Los mercados, organismos vivos: cambian, mutan, se reinventan. Nosotros, desde InterNos, protagonistas en primera persona de ese proceso.