Comercialización
Mercado de Río Cuarto: productores y operadores preocupados por la caída de las ventas
|Córdoba|
Llegamos al abasto a primera hora de la mañana. Ya transcurrió el momento más fuerte de la venta matinal y sin embargo en los pasillos de la entidad todavía se ve mucha verdura fresca, prolija, a la espera de que alguien se interese en ella. “Es raro que a esta hora haya tanta mercadería, es un lunes demasiado tranquilo”, observa una operadora al pasar. Ese es el comentario generalizado entre productores y operadores locales durante la mañana: la oferta es muy alta para la demanda actual, las ventas están cayendo y en muchas oportunidades los precios deben colocarse por debajo de los costos para recuperar algo de lo invertido.
Argentina no es precisamente un país que se destaque por un alto consumo de frutas y hortalizas, quizás todo lo contrario. Pero a ese dato hay que sumarle que, en los últimos años, se produjo una caída del poder adquisitivo en los consumidores a causa de una inflación constante y el aumento de servicios básicos como gas, agua y electricidad. Esto se tradujo en verdulerías de barrio con menor movimiento y, a su vez, en verduleros que ajustan sus compras en los mayoristas para tirar la menor cantidad de mercadería (y plata) posible.
“Mirá toda la verdura que hay. Los insumos en dólares no se compensan porque la verdura está barata, hay mucha. Y la gente no está buscando calidad, está buscando precios“, dice a InterNos Ángel Pasquini, productor de larga trayectoria en el cinturón hortícola y en el mercado local. Luis Marcos Carpineto, también productor que comercializa su verdura en el abasto de Río Cuarto, coincide con su colega que se encuentra sólo a una playa de distancia. “Tenemos un dólar a 46 para los insumos, mientras que nosotros vendemos en pesos. La venta ya no es la misma, el precio ha mermado mucho por la cantidad de producción que hay, sumado a un consumo que ha caído por la época del año”, cuenta.
Al igual que en otros rubros, el mercado es rey en la frutihorticultura: la oferta y la demanda son quienes deciden el precio que recibe el productor por su fruta o su verdura. Por eso, los costos de producción no pueden cargarse directamente al precio del producto. O mejor dicho: sí pueden hacerlo, a riesgo de volverse poco competitivos en el mercado. También es cierto que ante situaciones particulares -como por ejemplo la escasez de un artículo por eventos climáticos- los precios pueden dispararse muy por encima de sus costos, incrementándose a su vez los márgenes de ganancia. El productor sabe que la suerte tiene un papel preponderante en este juego.
Frente a una situación de menor consumo como la actual, la abundancia de oferta no hace más que tirar el precio de los artículos por la borda. A pesar de que muchos productores hortícolas trabajan en grupos familiares, lo que vuelve más flexible su estructura de costos operativos, esta dificultad se mantiene. “Yo no le puedo cargar al producto mi costo de trabajo, el de mi señora o el de mi hijo, porque si lo trasladara tal cual es, no le se lo vendo a nadie. No estamos trabajando a pérdida, pero sí muy jugados”, explica Carpineto.
Pero los aumentos no sólo influyen en el consumidor final. El sector productivo ha sufrido más que nadie el incremento de los servicios básicos para sembrar, regar y levantar la cosecha. Así lo explica Carpineto: “Nosotros acá regamos con energía eléctrica, que aumentó una barbaridad. Usamos gasoil porque tenemos bomba para riego. Y los insumos están en dólares, tenés que sacarlos financiados, porque sino no llegas a todo”.
En la misma sintonía se expresa Oscar Heiland, productor con más de cincuenta años en la actividad que actualmente se dedica exclusivamente a la verdura de hoja. “Hay una caída del consumo, si antes se vendían 10 cajones de lechuga hoy se venden 5. El verdulero compra lo justo y necesario. La crisis hace que la gente consuma menos”. Además, añade Heiland, el invierno es una época difícil para este tipo de cultivos, donde las ventas bajan más allá del contexto económico.
El operador Leandro Calvo, de la firma CAL-FRUT, coincide en que “el mercado está sin fuerza y las ventas no son lo esperado” aunque se muestra cauto al afirmar que en algunos rubros “no son tan malas” como en el caso de la papa, producto fuerte de su puesto en el abasto. “En la papa las ventas se mantienen buenas porque el precio es bajo, hay calidad y se mueve mucho volumen”, explica.
Por otro lado Miguel Sánchez, titular de la firma Flor Frut, hace referencia a la competencia que se produce dentro del Mercado cuando la escasa demanda pone a tiro a productores y operadores. “Lo nuestro es tan volátil que cuando peor están las cosas en el mercado, nos peleamos por querer vender. En épocas malas bajamos nuestros márgenes mientras que los gastos se duplican. Ahí es cuando uno dice: viene mal la cosa”. Y agrega: “Si tengo que hablar por mí, hace mucho no me pasaba. Estamos todos a la espera de que esto cambie en algún momento”.
Frente a esta situación, ¿es recomendable tener un producto fuerte o apostar a la diversidad para ser más rentables? Carpineto opina que “hoy en día tenés que tener entre 14 o 15 artículos para poder vender porque el verdulero quiere llevarse todo de un mismo lugar”. Por su parte, Sánchez considera que para paliar la crisis “hay que buscar nuevas estrategias, trabajar los productos que te pueden salvar y dejar de traer aquellos que se venden poco”.
En líneas generales, tanto operadores como productores coinciden en que la caída de las ventas se debe principalmente a un consumidor con el bolsillo golpeado que, a pesar de tratarse de alimentos de primera necesidad, ajusta cada vez más sus compras. Por otro lado, el comienzo del invierno suele ser una época donde de por sí las ventas merman, lo cual no ayuda a que la situación mejore. Mientras tanto, los costos suben al ritmo de la moneda norteamericana y, como en otras provincias del país, la preocupación de los distintos actores de la cadena frutihortícola se mantiene latente.