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Política Sectorial

La supervivencia del durazno enlatado: escasa rentabilidad para productores e industria

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|Mendoza|

Argentina es el primer productor de durazno enlatado del Mercosur y el quinto a nivel mundial. Toda su producción se realiza en la provincia de Mendoza, donde existen 904 productores de durazno para industria que concentran, en total, unas 6623 hectáreas implantadas. Las principales zonas productivas son Valle de Uco (que registra más de la mitad de las plantaciones) y el sur provincial, donde se destaca la localidad de San Rafael.

Esta temporada, sin embargo, los números no fueron los esperados. Una intensa helada de nueve grados bajo cero en el mes de septiembre con las plantaciones en flor, y otra de dos grados bajo cero en ‘cuaje’, causaron una baja importante en la producción. Según estimaciones del Instituto de Desarrollo Rural (IDR), mientras en la temporada 2018-19 se cosecharon alrededor de 127 mil toneladas, este año sólo se recolectarán 64 mil toneladas: una reducción del 49%.

Para entender el impacto de las pérdidas por heladas, le preguntamos al productor Marcelo Barceló, de Valle de Uco, cuáles son los costos de producción que afronta cada año. Según el grado de tecnificación y las variedades plantadas (que exigen distintas tareas culturales, según sean tempranas o tardías) los costos por hectárea rondan en promedio (o rondaron, porque son números de 2019) los 350.000 pesos. Para ser rentable, esas hectáreas deberían dar unos 40.000 kilos de fruta. Esta temporada darán la mitad: las que tuvieron mejor suerte cosecharán unos 20.000 kilos, otras apenas 17.000 o 16.000 kilos.

Ante esta situación, los precios para la comercialización del durazno para consumo en fresco (donde se produjo una reducción del 57% en las cosechas, según IDR) se tonificaron y acompañaron la escasa oferta. Las variedades de primicia llegaron a venderse a 60 pesos el kilo, lo que se vio reflejado en las góndolas de los supermercados durante el mes de enero, donde el producto apareció a 160 o 170 pesos.

El caso del durazno para industria es distinto. Una menor oferta no se refleja directamente en el precio que recibe el productor por su materia prima. Aquí son las envasadoras quienes definen dicho precio, calculado sobre una estructura total de costos que incorpora, además del proceso de enlatado, el transporte, la logística y los impuestos de su comercialización.

Como sucede en otras Economías Regionales (el caso de las peras y manzanas también es representativo) la ‘tensión’ entre productores e industria está siempre latente porque allí se juega la rentabilidad de ambos actores. Los productores señalan que la industria posee una posición dominante: en total existen 20 empresas procesadoras y algunas de ellas ocupan un lugar "oligopólico" como formadoras de precio.

Durante la campaña anterior se abonaron entre 0,14 y 0,16 centavos de dólar por kilo de durazno para lata y la tendencia para este año era mantener los mismos valores. Por eso, la Sociedad Rural de Valle de Uco publicó un comunicado durante los primeros días de enero solicitando que el precio mínimo se pague en un rango de 17 a 22 pesos por kilo, y que además se haga en el plazo de 30 días para que el dinero no se devalúe. Consultado por InterNos, el titular de la entidad, Mario Leiva, dijo que “la presión de los últimos días hizo que el precio comience a levantar, pero buscamos que haya un contrato para que esto no se repita cada año”. Y agregó que están trabajando, a través del Registro de Contratos para la Comercialización de Productos Agrícolas, en establecer precios de referencia, plazos y modos de pago institucionalizados, de manera anticipada y con convenios transparentes.

La dicotomía entre productores e industria no explica el trasfondo de la cuestión, que es básicamente la falta de rentabilidad en este sector de la agroindustria mendocina.

Actualmente se alcanzaron precios en un rango de 0,27 a 0,30 centavos de dólar por kilo de fruta (casi el doble que la temporada anterior) pero la mejora es relativa, según revela a InterNos Juan Manuel Manzano, titular de la Asociación de Productores de Durazno de Mendoza: “No hay que olvidar que este año se cosechó la mitad de lo que se cosecha en una temporada habitual. La menor oferta influyó en el precio pero no se vio reflejada en la rentabilidad del productor".

Las industrias, ¿podrían pagar mejor? Este interrogante encuentra respuestas diferentes según el interlocutor. Lo cierto es que la cadena no finaliza en las envasadoras, sino en los supermercados y los mayoristas, que son quienes ponen el precio final del producto. “El problema es netamente comercial. La venta mayorista condiciona con sus precios a la industria que la provee, y esta a su vez ajusta a los productores”, explicitó Manzano.

“Lo cierto es que si nosotros miramos hacia atrás no podemos hacer lo mismo con otra parte de la cadena. No podemos pagar menos el combustible o los agroquímicos”, aporta sobre este punto Marcelo Barceló. Y agrega: “Hoy, por un kilo que va a lata tendríamos que estar cobrando 25 pesos. Y estamos en torno a los 18 o 19 pesos. Me puede servir para no perder lo invertido, pero ¿cómo afronto la próxima campaña?”.

La dicotomía entre productores e industria no explica el trasfondo de la cuestión, que es básicamente la falta de rentabilidad en este sector de la agroindustria mendocina. El titular de la empresa Ava Conservas, José Roberto Morales, dijo a InterNos que actualmente “el negocio es en totalidad para el productor” y que “el precio de la temporada hace que la industria opere a margen cero”. Los precios abonados por los supermercados o mayoristas, sumados a los costos laborales, de energía, impositivos y logísticos hacen que la rentabilidad de las envasadoras se achique cada vez más y algunas elijan dejar de operar. Un caso paradigmático es el de La Campagnola, que recientemente se retiró de la actividad.

“Hoy la actividad nos permite mantenernos, pero no realizar inversiones”, Claudio Giusti, productor.

Los números son tan endebles que recientemente el gobierno de la provincia decidió subsidiar a la industria con un crédito de 200 millones de pesos para que las plantas puedan adquirir la materia prima y financiar sus costos de elaboración esta temporada, evitando cortar así la cadena de pagos y la rentabilidad, por otra parte, del productor. Desde la Sociedad Rural del Valle de Uco consideraron que dicha medida sirve para afrontar el desfasaje de precios, pero no resuelve el problema estructural. Por su parte, Morales afirmó que el esfuerzo del gobierno es valorable aunque sólo representará el 10% de las necesidades de la industria.

En relación a esta “inyección” monetaria realizada por el gobierno, el productor Claudio Giusti consideró que el sector productivo también necesita recursos para, entre otras cosas, instalar mallas antigranizo, sistemas de riego por goteo para optimizar el uso del agua (el riego agrícola representa hoy el 70% de los recursos hídricos de la provincia) o sistemas de riego por aspersión contra heladas, que podrían reducir pérdidas como las de esta temporada. “Hoy la actividad nos permite mantenernos, pero no realizar inversiones”, confió el fruticultor a este medio.

Las perspectivas no son las mejores. Costos dolarizados, una estructura comercial poco rentable y eventos climáticos como la helada de septiembre de 2019 pueden poner en jaque el lugar destacado que ocupa hoy esta actividad en Mendoza, como le sucediera a la cereza tiempo atrás. “Sin lugar a dudas la producción va a retroceder. Es una cuestión de supervivencia. En estas condiciones es muy complicado que un productor no se incline por erradicar los montes de durazno para industria y evaluar otras posibilidades”, reflexionó el productor Barceló.

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