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Lechuga: ¿Qué pasa en invierno?
|Argentina|
La lechuga tiene su lugar ganado como reina de las ensaladas. Esta hortaliza es rica en minerales, vitaminas y contiene bajos niveles calóricos. Los argentinos comemos aproximadamente 19 kg por habitante por año, cifra que la ubica como la tercera hortaliza más consumida después de la papa y el tomate.
“El consumo hoy está más bajo porque se ve condicionado por el costo de la carne. La gente generalmente piensa en la lechuga como un acompañamiento a otros alimentos. Si se reduce el consumo de uno de esos, baja el otro también. Paralelamente, se viene dando una tendencia marcada hacia una alimentación más saludable. Eso hace que las personas incorporen más verduras a su dieta y nos beneficia a los productores”, comentó a InterNos José Marineli, productor de lechuga del cinturón hortícola de La Plata.
En nuestro país, el cultivo de esta hortaliza de hoja se extiende por todo el territorio. Se ubica principalmente en los llamados cinturones hortícolas, aquellos que rodean a los centros urbanos. La cantidad de hectáreas que hoy están cubiertas por este cultivo no se conocen con exactitud. Lo que sucede es que la producción de lechuga generalmente aparece como un complemento de otros tipos de cultivos. Es decir, sobre las mimas hectáreas se puede sembrar lechuga durante algunos meses y en otras épocas del año cultivar otras hortalizas. Pero, de acuerdo al último registro del programa Pro Huerta de Inta, en Argentina la lechuga ocupa aproximadamente una superficie de 40.000 hectáreas.
Los cinturones hortícolas de La Plata, ubicados en Buenos Aires, se destacan como la zona con mayores volúmenes de producción y como la principal proveedora de lechuga para la región metropolitana. Aproximadamente existen hoy un total de 3000 hectáreas de este cultivo en la zona, de las cuales más del 90% se encuentra bajo invernadero. Esto último permite que la oferta en los mercados esté cubierta durante todo el año, con mayores o menores volúmenes. La mayor parte de esas hectáreas la componen pequeños productores que encuentran en este cultivo la posibilidad de tener ganancias rápidas, ya que la lechuga tiene ciclos productivos cortos que no superan los 60 días. Por lo general, las cosechas en La Plata comienzan en los meses de septiembre/octubre y se mantienen en los mercados durante todo el año. Las variedades que más se producen son la lechuga criolla, mantecosa, francesa y en menores cantidades la capuchina (arrepollada).
En la última década los cinturones hortícolas platenses tuvieron un crecimiento marcado en la producción de lechuga gracias a la incorporación de mejores tecnologías y materiales para proteger los cultivos. Este despegue hizo que La Plata empezara a ocupar un lugar más importante y desplazara a provincias como Santa Fe y Santiago del Estero que también se dedican a este tipo de producción. Hoy en día, esas zonas tienen un protagonismo de no más del 20% a nivel nacional y se ocupan de cubrir la oferta regional o las ventanas comerciales del invierno en donde la oferta que proviene de Buenos Aires es menor: cosechan en junio/julio y permanecen en los mercados hasta agosto. Lo que posibilita esta participación es el clima templado de las provincias durante el invierno y la calidad de sus tierras.
En Córdoba la producción de lechuga también se ubica en los cinturones hortícolas. Sus volúmenes de cosecha son mucho menores a los de las zonas anteriores y se destinan principalmente a cubrir la oferta de los mercados cercanos. Actualmente se estima que en total la producción de lechuga alcanza las 150 hectáreas por siembra cada mes. A diferencia de La Plata, en Córdoba el 80% de la producción se realiza a campo y el 20% restante se hace bajo invernadero o bajo mallas antigranizo. Esta particularidad se debe a que la provincia cuenta con inviernos más templados, lo que hace que la lechuga que se siembra a campo no corra demasiados riesgos por heladas. El inconveniente en esta zona surge en verano, época de temperaturas elevadas y tormentas fuertes, factor que influye decisivamente en los cultivos porque puede generar enfermedades como la Sclerotina (hongo que afecta a la lechuga). Por esta razón, durante ese periodo la producción se realiza bajo cubierta.
Las siembras y las cosechas en los cinturones cordobeses se llevan adelante durante todo el año, aunque encuentran sus picos productivos en los meses de invierno y disminuye la participación en los mercados durante el verano. Las variedades que principalmente cultivan los productores son: mantecosa, repollada y en menores porcentajes lechuguin y criolla. Cuando la oferta baja en verano, los mercados cordobeses suelen cubrir los faltantes con lechuga que proviene de Mendoza, San Juan o La Plata.
Una de las principales problemáticas que enfrentan los horticultores de los cinturones en general, y en particular quienes cultivan lechuga, se relaciona a las derivas por la aplicación agroquímicos que llevan adelante quienes se dedican a la producción extensiva de cereales u oleaginosas. Específicamente, esto sucede en los meses primaverales cuando se realiza el barbecho o la preparación de los suelos para ese tipo de producciones agropecuarias. Esta es una complicación en la que vienen trabajando los productores e ingenieros de Córdoba hace un buen tiempo.
“Todos los años tenemos por lo menos 35 productores afectados por los restos de los agroquímicos que se aplican en lotes cercanos. Los herbicidas hormonales se van de un campo a otro y producen un daño tremendo sobre todo en cultivos de lechuga y tomate. Las zonas más afectadas en Córdoba son Río Primero, Río Segundo, Pilar y Monte Cristo. Pero en el cinturón hortícola también se da. Encima se da en una época en que el consumo, por ejemplo, de lechuga aumenta y las ventas crecen. Ahora estamos trabajando en generar un mapa de georeferenciación a la hora de aplicar los agroquímicos, así los productores pueden ver a los horticultores que los rodean y ser más cautelosos a la hora de realizar esta actividad”, explicó Hernan Cottura, ingeniero agrónomo de Aproduco.
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La lechuga que se produce en Argentina se destina casi en su totalidad al mercado interno debido a que se trata de un producto altamente perecedero, que demanda un manejo rápido hasta cada punto de venta y bajo condiciones de temperatura determinadas. Los transportes en que se traslada la lechuga por lo general son refrigerados y con buena circulación de aire. Esto último, representa un costo adicional para los productores que muchas veces no se ve compensado por el bajo precio que tiene la mercadería en los mayoristas.
Si bien los mercados mantienen volúmenes de ingresos de frutas y hortalizas más o menos constantes, la lechuga registró en los últimos años grandes variaciones. Según las estadísticas del Mercado Central de Buenos Aires (MCBA), el ingreso de lechuga durante el año 2017 fue de 21.475,8 toneladas prácticamente la misma oferta del año 2016 -21.483,9 toneladas-. Pero si se observa un evolutivo desde el 2001 hasta el año 2017, los ingresos tuvieron una caída considerable que alcanza el 35.5%.
El 88.7% del ingreso de lechuga en el año 2017 al MCBA fue del cinturón hortícola de La Plata y algunas localidades de la provincia como el departamento de General Pueyrredón. Tendencia que se mantiene hasta el día de hoy. Mientras que Santa Fe, En 2017 tuvo, una participación del 4,3 % y Mendoza y Santiago del Estero participaron con el 3,3 %. En cuanto a las variedades, las estadísticas demuestran que las lechugas del tipo comercial Criolla y la Gallega fueron las que más ingresos registraron en 2017 (33,3 %). A estas le siguieron la Mantecosa (30,8 %), Capuchina (22,6 %), Francesa o Crespa (8,7 %) y por ultimo las variedades Moradas (4,7 %).
Como dijimos anteriormente, la lechuga es un producto que se comercializa en mercados cercanos a las zonas de producción. Pero, cuando son muchos los pequeños productores que colocan la mercadería en los mayoristas la competencia se intensifica. Como consecuencia, la oferta aumenta y los precios disminuyen. Por eso, muchos productores optan por comercializar sus cultivos directamente en cadenas de supermercados. “Nosotros solo mandamos al Mercado Central el 10% de lo que cosechamos, el resto lo comercializamos directamente a dos cadenas importantes de supermercados. Elegimos hacerlo así porque la mayor parte de los pequeños productores del cinturón platense mandan la mercadería al Central, entonces usamos esa estrategia para despegarnos de la competencia. De esta forma nos aseguramos determinadas cantidades de kilos de lechuga por semana, que a menor o mayor precio las vendemos sí o sí”, explicó a este medio José Marineli.
Finalmente hay que decir entonces, que contrariamente a la demanda, los precios son más baratos en invierno ya que la producción es menos riesgosa. Si hablamos de los valores actuales en los mercados mayoristas, la lechuga se encuentra entre los productos más accesibles. En el MCBA la lechuga criolla cuesta hoy $390 un cajón torito de diez kilos, la mantecosa $380 los cinco kilos y la capuchina $510 los diez kilos también. Mientras que en el Mercado de Abasto de Córdoba la lechuga mantecosa por seis kilos, la lechuga capuchina por nueve kilos y el lechuguin por siete cuestan entre $300 y $400 según las calidades.
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