Comercialización
Potenciar la logística marítima, el desafío del sector arandanero
|Tucumán|
En 2020 los arándanos tuvieron un fuerte crecimiento en los envíos por barco debido al incremento en los costos logísticos que impuso la pandemia de COVID-19. La reducción en la oferta de vuelos, y por ende el aumento en las tarifas aéreas, obligaron a las empresas a profundizar la logística marítima.
Para los productores tucumanos este año no será diferente. Durante los primeros días de octubre (mes de mayor oferta, junto a noviembre) muchos productores comenzaron con los envíos al exterior; en algunos casos desde Ezeiza y en otros desde puertos chilenos. En cualquier caso, el aeropuerto provincial Benjamín Matienzo está descartado debido a las restricciones aerocomerciales que elevan el valor de los envíos.
Las altas tarifas de fletes de las compañías y la falta de operatividad de las líneas de carga -algo que también sucede en Ezeiza- complican a los exportadores. “Para volar, tenemos que pagar un flete que no lo paga la fruta (por el precio). Estamos haciendo exportaciones, pero cuando comience a aumentar el volumen habrá fruta que no podrá salir del país”, dijo al diario La Gaceta el referente de la Asociación de Productores de Arándanos de Tucumán (Apratuc), Francisco Estrada.
“Hasta que no se abran los aeropuertos y el país se reconecte con el mundo, esto será imposible”, remarcó.
Históricamente el sector envió el 90% de su fruta vía aérea, pero en los últimos años, productores y empresas comenzaron a cambiar la matriz exportadora debido a los costos elevados. Mientras que enviar la fruta por avión sale unos 2,50 dólares el kilo, por barco esa cifra es de 0,50 centavos de dólar el kilo.
El 2020 fue un año bisagra en ese sentido: la pandemia impuso una reconfiguración de la logística. Si en 2019 se habían cargado unas 3079 toneladas por barco, un año después fueron 6050 toneladas. Un crecimiento del 97% interanual.
Sin embargo, la metodología de exportación es más complicada. Sucede que el arándano, al ser un fruto altamente perecedero y muy delicado en su tratamiento, debe ser cosechado en las condiciones climáticas óptimas para que resista las distancias del traslado marítimo. A diferencia del envío aéreo, donde la fruta se exporta y llega al otro día, en barco pueden transcurrir entre 20 y 28 días (solo de tránsito) hasta llegar a su mercado destino.
Por eso, en la provincia de Entre Ríos ya se trabaja para el desarrollo de variedades “más firmes” y “adaptadas al clima de la región” que resistan los viajes largos sin perder sus propiedades organolépticas. La investigación es llevada adelante de manera interinstitucional por la Comisión Administradora para el Fondo Especial de Salto Grande (CAFESG) y la Asociación de Productores de Arándanos de la Mesopotamia Argentina (APAMA).
También participan el INTA Concordia, la Facultad de Ciencias de la Alimentación de la UNER y la Delegación Argentina de la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande (CTM).
“Nos lleva un mes aproximadamente llegar a los destinos más lejanos, y siendo que es una fruta perecedera y que en el futuro todos los envíos serán por barco, necesitamos entonces una variedad que sea muy resistente”, dijo a InterNos en abril de este año Alejandro Pannunzio, presidente de APAMA.
Fuente: Con información de La Gaceta y archivo propio