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Abasto de Santa Fe, al ritmo de la nueva normalidad
|Santa Fe|
Son las nueve de la mañana y en el Mercado de Productores y Abastecedores de Santa Fe los puesteros ultiman detalles, los bares se ponen en funcionamiento y los changarines esperan en el ingreso la llegada de los compradores. En el predio las puertas se abren a las once de la mañana y hasta las cinco de la tarde el desfile de vehículos no cesa. Así es desde 1981, año en que el abasto se trasladó desde el centro de la ciudad a las afueras donde se emplaza hoy.
Desde ese momento hasta hoy el mercado creció mucho, aunque todavía mantiene su vieja estructura: calles anchas por donde transitan autos, camiones y camionetas que estacionan frente a los puestos en el interior del predio. Este paisaje se combina con la modernidad y el avance en obras que lo rodean, como galpones con cámaras de frío que sirven para acopiar mercadería.
Principalmente se compone de una nave central con 116 puestos. Esos espacios son concesionados y por ellos se paga un alquiler mensual. En un inicio, los puestos se especializaban en vender un solo tipo de producto. Pero a medida que pasó el tiempo los operadores fueron ampliando su oferta e incorporaron más variedad de mercadería. Aunque todavía quedan algunos que mantienen la vieja tradición.
En las veredas de los puestos centrales se ubica la playa libre que es ocupada por 148 quinteros del cinturón verde y por revendedores de frutas y hortalizas. Los productores, por Ordenanza, disponen de un lugar prioritario dentro del mercado. Al espacio donde se ubican lo pueden alquilar por día o por mes y tienen un valor menor que el resto de los puestos.
En su mayoría, los quinteros se encuentran nucleados bajo la Sociedad de Quinteros de Santa Fe (ente gremial de los productores locales) y en la Cooperativa de Quinteros, dos instituciones que trabajan en conjunto para garantizarles a los productores cierta representación sindical, los ayudan a conseguir mejores canales de comercialización y mejores precios.
Por otro lado, se encuentran los rematadores o revendedores que comercializan la mercadería que compran de manera directa a los productores hortícolas. En su mayoría venden verduras de hoja, aunque hay algunas excepciones. Ambos actores, tanto quinteros como rematadores, pueden ir al mercado los días que quieran. Pero, por lo general, van todos los días para asegurarse su lugar en el mayorista.
Al mercado llegan todos los días un promedio de 4000 compradores, pero la influencia de este gigante llega aproximadamente a dos millones de personas que se encuentran en la ciudad y en provincias vecinas como Córdoba, Entre Ríos, Chaco y Misiones.
A eso es necesario sumarles las personas que forman parte de la administración, quienes garantizan la limpieza y la seguridad del lugar, los directivos e incluso quienes trabajan en el Banco de Alimentos que funciona dentro del predio. En total, se calcula que más de 600 trabajadores circulan a diario en el mayorista.
Alianzas de trabajo para marcar agenda
En 40 años, el mercado logró consolidarse como uno de los polos comerciales y económicos más importantes de la ciudad. Pero, además supo construir vínculos estratégicos con otras instituciones e incluso con la dirigencia política para trabajar en conjunto y potenciar su rol. El primero de ellos y quizás uno de los más importantes, porque marca un antes y un después en la administración del mercado, es el vínculo establecido con Fenaomfra, entidad de la cual es miembro fundador.
De la mano de Fenaomfra, el mercado no solo se nutrió de otras formas de gestión, sino que también consiguió representación a nivel nacional y se posicionó políticamente ante determinadas temáticas. Una de ellas tiene que ver con la promoción del consumo de frutas y verduras.
Si de vínculos hablamos, también es importante mencionar el trabajo que hacen los mercados de toda la provincia de Santa Fe. El Mercado de Productores y Abastecedores, el Mercado de Fisherton y el Mercado de Productores de Rosario integran la Mesa Provincial Frutihortícola junto a la Universidad Nacional de Rosario, la Universidad Nacional del Litoral, el Ministerio de Producción de la provincia, la Bolsa de Comercio de Santa Fe y el INTA.
A través de esa alianza los actores abordan las principales problemáticas que afectan al sector. Uno de los temas sobre los cuales vienen trabajando es la aplicación de las Buenas Prácticas Agrícolas (BPAs). El objetivo, en este sentido, es generar espacios de capacitación y acompañamiento para los productores hortícolas del cinturón verde provincial. De esa forma se pretende garantizar a los consumidores alimentos sanos y producidos bajo el cumplimiento de ciertas normas fitosanitarias.
“La completa aplicación de las BPAs se hace de forma progresiva y pasando por una etapa de educación o formación, una etapa de concientización y finalmente de verificación. Va a llevar un tiempo hasta que las buenas prácticas se afiancen entre los productores, pero lo importante es seguir trabajándolo”, explicó Carlos Otrino, actual director ejecutivo del Mercado de Santa Fe.
Uno de los principales debates que se vienen dando en los últimos años dentro de los mercados argentinos tiene que ver con la incorporación de alimentos producidos bajo nuevos sistemas o modelos productivos, como es el caso de los agroecológicos u orgánicos. El crecimiento de la producción agroecológica es una tendencia que se hace fuerte a medida que además, las organizaciones rurales de productores de la agricultura familiar, hacen sentir sus cuestionamientos para con las prácticas productivas tradicionales y logran instalar estas demandas en la agenda pública nacional.
"Incipientemente empezamos a tener algunos actores de la economía familiar y de la economía popular que vienen a los mercados a vender su mercadería. No son muchos, pero empiezan a aparecen en un escenario de comercialización directa con productos hecho en el esquema de agricultura familiar", comentó Carlos Otrino.
En cuanto a los productos agroecológicos el director consideró que es necesario pensar primero en una certificación que dé garantías de las diferencias productivas. La discusión es incipiente, pero de seguro marcará la agenda de trabajo 2022 en los mercados argentinos.
Nuevos canales de comercialización
Así como las formas de producir frutas y verduras han cambiado, la forma en que estas se comercializan también. Esto no es nuevo, de hecho, es un proceso que lleva varios años. Pero con la pandemia se impuso con mayor fuerza.
Como consumidores a la hora de comprar preferimos los canales rápidos. Y aunque parezca que esto se aplica solo al rubro minorista, los mayoristas con todas sus particularidades también se adaptaron al nuevo ritmo.
“Creo que el cambio que trajeron las redes se instaló sobre todo entre los minoristas, entre los verduleros. Nuestros clientes trabajan la mayoría con delivery y venden frutas y verduras por internet. Que ellos crezcan, implica que nosotros vendamos más. Acá algunos puestos implementaron nuevos canales, pero los compradores siguen eligiendo venir al mercado”, comentó Javier Ripke, puestero y actual vicepresidente del Mercado de Santa Fe.
Los productores y operadores del mercado santafesino se amigaron con la tecnología para ofrecerles a sus clientes de siempre un servicio más completo y eficiente. Las redes sociales e incluso las páginas webs se pusieron en marcha y les dieron a los compradores, sobre todo en tiempos de pandemia, una opción rápida a la hora de concurrir al mercado.
“El principal canal de ventas que tenemos nosotros hoy es Whatsapp. Con eso el cliente elige la mercadería mientras espera que el mercado abra y se ahorra un paso. Les gusta caminar el mercado, pero ahorran tiempo porque tienen el precio a mano. Muchos abrieron también redes, eso sirve sobre todo para mostrarse entre los proveedores o productores. Vos mostrás tu puesto y te consultan si te interesa sumar la mercadería de ellos”, Vanessa Sito, operadora del puesto “Martina” del mayorista santafesino.
Según el relato de varios de los operadores que consultamos en nuestra visita al predio, la tecnología se volvió una herramienta fundamental para la venta. No llega a suplantar la tradición de caminar las veredas del mercado en búsqueda de mejores precios, pero se volvió un salvavidas cuando los contagios se incrementaban en el país y el ingreso al mayorista se redujo.
Los límites del contexto en las ventas mayoristas
A la hora de analizar el funcionamiento actual de los mercados concentradores, es imposible no tener en cuenta el contexto económico nacional. Durante este año, luego de un periodo marcado por la pandemia que hizo que aumentaran las ventas en los mayoristas, la comercialización de frutas y verduras se regularizó. Incluso algunos operadores y productores del Mercado de Santa fe aseguran que se redujo considerablemente.
La vuelta a la normalidad, estar más tiempo fuera de los hogares y la recesión económica hizo que la compra de los alimentos frescos pasara a un segundo plano. El mercado es un claro reflejo de esta situación. A eso se le sumaron los inconvenientes que sufrieron algunas actividades productivas, como es el caso de la papa y la cebolla, que registraron sobreofertas y ante la poca demanda los precios cayeron de forma desmedida.
“Este año las ventas cayeron mucho y encima yo que me dedico a la cebolla peor. Estimo que va a ser todo el año así. Hoy es un producto barato que todo el mundo vende, entonces hay sobre oferta y la gente que la produce está desesperada por venderla porque no vale nada. A mí me está costando mucho porque para solventar los gastos fijos tengo que vender mucha cantidad. En términos generales el mercado está muy tranquilo, hay falta de liquidez en la gente y entonces se vende poco. La gente tiene márgenes de ganancias muy chicos”, explicó Vanessa Sito.
La situación de los productores del cinturón hortícola santafesino no es muy diferente, incluso es un poco más complicada porque las hortalizas que ellos producen tienen un valor muy bajo. A eso hay que sumarle, como siempre decimos, los costos productivos que se encuentran a precio dólar.
“Las ventas están complicadas, las verdulerías no venden tanto y nos afecta directamente a nosotros. El año pasado nos condicionó la pandemia y el cierre de los locales, por ejemplo los restaurantes, pero dentro de todo se vendió. Pasa que todos los días a los productores nos aumenta todo y producir mucha cantidad se hace complicado. A eso agregale el clima. Siembre a fin de año hay menos mercadería, pero se vende mejor porque aumenta el consumo. Pero en los meses de invierno u otoño que pasaron la mercadería sobra y eso es pérdida”, comentó uno de los quinteros del mayorista.
Como lo detalló el productor, la llegada del calor y las fiestas son un beneficio para los mayoristas. Pero en un contexto complicado económicamente y como señaló Vanessa, donde “falta liquidez” no se puede decir con seguridad que el panorama para los próximos meses sea muy diferente al que atraviesan hoy los comerciantes.
El futuro del abasto santafesino
El mercado de Santa Fe logró construir en todo este tiempo de trabajo representación y reconocimiento tanto a nivel provincial como nacional. Esto es una consecuencia del posicionamiento político que asumió ante determinadas causas sociales y de su participación en las discusiones que hacen al funcionamiento de los mercados de todo el país.
Pero todavía quedan debates por dar y elementos que pulir dentro de la operatoria del concentrador. Uno de esos tiene que ver con las condiciones en que aún se desempeñan los trabajadores. No es un fenómeno exclusivo de este mercado, de hecho, es una problemática transversal a todos. Por eso mismo, la formalidad laboral debe estar entre las prioridades de la administración.
“La formalidad dentro del sector es todavía un tema que hay que seguir discutiendo. Así como el sector tiene muchas particularidades en términos comerciales, también las tiene en términos laborales. La costumbre de venir al mercado a hacer una “changa” no se puede erradicar tan fácil porque no hay un staff fijo, más allá de los vendedores. Hay mucha gente que viene a trabajar un día sí y otro no”, comentó Carlos De Biase.
A partir de ahora y en el marco de los cambios sociales, económicos, comerciales y productivos que atravesamos, el mercado de Santa Fe y todos los mayoristas deben repensar qué tipos de mercados se quieren construir en el corto plazo, cómo será la comercialización del futuro, cuáles son las demandas actuales del sector y bajo qué condiciones se va a llevar adelante la venta mayorista en nuestro país.