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Tecnología

La Irradiación para control de plagas, ¿una alternativa para los productores?

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|Argentina|

Casi cinco años atrás, allá por 2017, la irradiación de alimentos despertó el interés mediático y empezó a hablarse, por ejemplo, de la posibilidad de guardar la carne en el ropero durante un año. Los <alimentos larga vida>, tal como los llamaban en algunos medios, habían llegado al país.

Pero, ¿qué son?

Hablamos de alimentos irradiados o ionizados cuando los mismos son expuestos a radiación ionizante, capaz de provocar en el material irradiado la aparición de iones, partículas cargadas eléctricamente. El tratamiento surgió como una alternativa para producir alimentos nutritivos y duraderos, útiles para astronautas o situaciones de emergencia. Con el paso de los años las aplicaciones y los objetivos se ampliaron, gracias al desarrollo científico y las modificaciones en las normativas de producción de alimentos.

Los impulsores de este método consideran que fortalece la seguridad alimentaria, ya que controla microorganismos patógenos responsables de enfermedades de transmisión alimentaria. También resaltan que la ionización puede reemplazar los fumigantes químicos usados en la producción frutihortícola, sin dejar residuos en los alimentos. Este punto nos interesa, en tanto constituye el último avance que tuvo la irradiación en alimentos en el país. Desde InterNos proponemos un recorrido por la historia de esta tecnología en Argentina hasta nuestros días.

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Nuestro país fue pionero en Latinoamérica en el estudio y aplicación de la ionización en alimentos. Las investigaciones datan de la década de 1960: desde entonces la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) analiza los efectos de este tratamiento en diversas matrices alimentarias.

María Constanza Cova, jefa de Irradiación de Alimentos de CNEA, contó a InterNos que la irradiación fue autorizada en alimentos por primera vez en 1988. En esa ocasión se aprobó para tratar microorganismos patógenos u hongos en 9 alimentos en particular. Por ejemplo, podían irradiarse frutillas para retardar la aparición de hongos. También se usaba para inhibir la brotación en bulbos y tubérculos como ajo, papa y cebolla, aunque nunca alcanzó volúmenes industriales.

En 2017 se modificó el artículo 174 del Código Alimentario Argentino. Esto supuso un cambio importante, porque se autorizó la ionización en ocho clases genéricas de alimentos, ampliando el abanico de productos en los que se podía aplicar.

 

La última novedad importante ocurrió en marzo de 2021, cuando se autorizó la irradiación como tratamiento fitosanitario. Fue una noticia importante para los productores, que ahora tenían la posibilidad de controlar plagas sin utilizar fumigantes químicos como el bromuro de metilo.

La irradiación con fines cuarentenarios es utilizada en varios países del mundo y está reglamentada a través de las Normas Internacionales para Medidas Fitosanitarias (NIMF). Estas directrices establecen dosis estandarizadas en función del tipo de plaga, sin discriminar por alimento. En Argentina estas aplicaciones deben ser supervisadas por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA). Una alternativa valiosa para el control de plagas, que aún no puede ser utilizada.

Al ser consultada sobre este punto, María Constanza Cova precisó: “Hoy no hay tratamiento fitosanitario de productos para venta interna o exportación, porque aún no están las condiciones dadas para que SENASA inspeccione”.

“Desde el punto de vista reglamentario no solo importa la autorización del código, sino que en los casos de control de plagas también debe incluirse en la reglamentación de SENASA”, añadió la investigadora. La energía ionizante ya fue habilitada para fines fitosanitarios y, si bien ya existe la reglamentación para SENASA, la llegada de esta tecnología a los productores viene demorada.

Desde el área Prensa de SENASA explicaron a InterNos que se está trabajando en la publicación de una norma SENASA, en conjunto con la CNEA, que establezca las condiciones para la aprobación y habilitación de centros de irradiación. Es un requisito previo para poder capacitar al personal que supervise los tratamientos fitosanitarios en el país.

Todo esto parece indicar que los productores todavía no podrán disponer de esta tecnología en el corto plazo. Sin embargo, cabe preguntarse, ¿para quién es negocio?

Al menos en lo económico la ionización supera en costo a los tratamientos cuarentenarios usados en la actualidad. Los impulsores de esta tecnología sostienen que los costos son relativos, porque podrían reducir otros gastos en la cadena productiva de alimentos. No obstante, hasta que la tecnología no llegue a la cadena productiva sus ventajas aparentes no son más que potencialidades.

De momento es una de las cuentas pendientes que tiene el Estado con los productores de todo el país, necesitados de tecnologías destinadas a mejorar la seguridad y salubridad de sus alimentos.

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