Edición 35
El Valle que no es
Recorrer el Valle de Río Negro y Neuquén es caminar por la historia de lo que podría haber sido. Con un mercado internacional en constante crecimiento (la demanda mundial creció el 25% en la última década, con precios que tuvieron una tendencia de fuerte aumento desde el 2001 al 2013 y leve caída en los últimos 2 años) y un mercado interno cada vez mayor (en cantidad de potenciales consumidores) resulta inexplicable cómo el Valle se ha convertido en un río de lamentos y crisis. ¿Cómo es que ese rincón altamente productivo y rico en recursos se desmorona semestre a semestre? ¿Cómo se perdió la rentabilidad de los años dorados? ¿Cómo pasamos de ser los principales exportadores de pera en el 2007 a ser una economía sin rentabilidad diez años después?
En el primer semestre de 2015 la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) publicaba un comunicado de prensa en el que informaba que se necesitaban unos U$S 92 millones para recomponer el tejido productivo del sector frutícola de la zona de los valles. El objetivo: levantar la cosecha y hacer tareas culturales mínimas para generar condiciones que aseguraran la competitividad y, en consecuencia, empleo.
Esa temporada, los productores arrojaron más de 80 toneladas de manzanas y peras en las rutas como protesta. Le siguieron tractorazos en las rutas y el corte del puente Cipolletti en lo que fue una de las manifestaciones más importantes de la actividad. Por aquel entonces, Carlos Casamiquela, ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación declaraba la emergencia, anunciaba la entrega de aportes para las tareas culturales y se reunía con los gobernadores locales. En aquel momento la curva de decrecimiento de las exportaciones de manzanas y peras empezaba hacerse notar.
Tres años después, la emergencia parece ser el estado natural de las cosas. Entre 2014 y 2017 la exportación de peras disminuyó de 366.475 toneladas a 273.292, mientras la de manzanas bajó de 123.537 toneladas a 75.796 según se puede ver en los registros oficiales de SENASA. Si tomamos el primer semestre de 2018, podemos ver un leve repunte en las exportaciones respecto del mismo periodo del 2017 del 6% en peras y del 28% en manzanas.
No es menor sumar a este análisis los datos sobre producción y superficie plantada. En el documento elaborado por el Consejo Profesional de Ingeniería Agronómica Río Negro “Aportes para la Reconstrucción de una Fruticultura Sustentable” en 2015, los profesionales subrayan la tendencia a la concentración que el sistema productivo viene marcando en los últimos años. Según el CPIARN, (calculo basado en las declaraciones juradas de los productores) desde el año 2014 las 45.000 ha que comprende la producción del Valle están manejadas por un total de 2300 productores. El dato a analizar es que mientras que en 1995 los productores “grandes” no alcanzaban las 200 hectáreas, en 2014 se registra que el segmento de los grandes productores (con más de 100 hectáreas bajo explotación), incluye 55 unidades económicas y el área cultivada por ellas es de 17.000 hectáreas (37% del total). Lo que refleja un promedio actual de 310 hectáreas por unidad. Por el contrario, el segmento de los pequeños productores, de 1 a 10 hectáreas cultivadas, abarca a 1.200 agricultores que poseen una superficie explotada total de 6.800 hectáreas, con un promedio de 5,6 hectáreas por productor. Es decir, que este segmento perdió algo más de 800 productores desde mediados de la década de los años 90 hasta 2014.
Las palabras de Sebastián Hernández, presidente de la Federación de productores de Río Negro y Neuquén a Revista InterNos coinciden con los números aunque estima que este año la situación tiende a agravarse aún más: “Venimos de una década con dificultades económicas, no podemos lograr percibir el costo de producción. Hasta hace unos años lo que veíamos es que los productores chicos desaparecían y las empresas absorbían las chacras. Pero hoy, (NdEditor: febrero 2018) ni las empresas quieren las chacras y empezamos a ver chacras abandonadas”.
Pablo Cervi, expresidente de la Cámara Argentina de Fruticultores Integrados y miembro de la familia dueña de la empresa Cervi, explica que además en los últimos años se ha sumado un nuevo actor que agrava el panorama: la explotación de hidrocarburos: “Es una actividad que a pesar de que nunca ha perdido rentabilidad, está subsidiada. Eso nos genera un aumento en el valor de la mano de obra calificada por ejemplo y además un deterioro de las infraestructuras. Nosotros tenemos finca en Vaca Muerta y antes era un lugar que no había nada. Hoy las rutas están saturadas y todas las infraestructuras tensionadas”.
Cervi es una empresa familiar con 200 hectáreas dedicadas a la fruta y 300 a la ganadería. Cuanta con su propio empaque y línea de marca de productos. Pablo es la tercera generación que continúa la empresa y ya hay miembros de la cuarta.
Competitividad internacional
El CPIA RN destaca el cambio en la composición de la producción: desde 1995 en adelante el estancamiento de la frontera productiva fue acompañado de un cambio en la distribución de la producción: se pasó de una dedicación del 77% en manzana y del 23% en pera a otra con una cobertura del 51% en pera y del 49% en manzana. Para los profesionales este cambio se explica a partir de la inviabilidad de la manzana ante los requerimientos del mercado externo, siendo el destino a industria receptor del 50% de la producción durante los años 80.
Un indicador básico de viabilidad de un sistema productivo sería que la fruta enviada a industria no supere el 20% de la producción. En los últimos 10 años este fragmento promedió el 36% y eso que solo se considera la fruta cosechada. Es decir, no se tiene en cuenta en las mediciones la fruta que queda en planta (no se cosecha por cuestiones climáticas, de costos, de mercado, etc.) lo cual agrava aún más la situación real.
“[...]lo único que no tiene precio es la fruta.”
Sebastián Hernández, presidente de la Federación de Productores de Río Negro y Neuquén
Sobre este tema se explayó Gabriel Gómez, ingeniero y productor orgánico que se desempeña también como asesor de algunos empaques en el Valle. Gabriel coincide al valorar el estado crítico de la actividad y sostiene que es necesario invertir en tecnología para mejorar la calidad de la fruta obtenida con el fin de poder ofrecer un producto competitivo: “Hoy por hoy, la mayoría de los países que están en punta con respecto a la producción frutícola tienen asesoramiento técnico, asistencia financiera. En Chile por ejemplo, el gobierno se ocupa de decir qué variedades hay que implantar, de qué manera se hace, cuánta cantidad. O sea, hay un montón de cosas que acá no están reguladas y que nunca lo estuvieron.”
A principios de este año, el gobierno provincial emitió el decreto N° 2032 aprobando los contenidos del Libro Blanco de la Fruticultura sobre los que comenzaría a trabajar la Provincia de Río Negro para sacar de la crisis al sector. En principio es importante decir que un libro blanco supone un empezar de cero. Son documentos gubernamentales que intentan explicar y explicitar una política pública.
En ese sentido, la propuesta suena interesante. Entre los ejes del libro provincial se destaca la figura de las Organizaciones de Productores (OP). Se establece la importancia de recurrir a figuras asociativas o cooperativas de trabajo entre productores para recurrir a beneficios financieros y de asistencia económica del Estado para reconvertir el sistema productivo.
Bien sabemos que la falta de asociativismo es una característica del sector a revertir. Sin embargo, parte del sector productivo se mostró disconforme con la presentación. Alegan que fue impuesto sin el consenso suficiente, que las OP son un requisito único que no todos están dispuestos a cumplir y que, más que nuevos créditos, el sistema necesita recuperar las pérdidas.
A ocho meses de su publicación, nada parece haber cambiado mucho. Desde el gobierno provincial afirman que están trabajando en la reglamentación del mismo.
“Necesitamos que la fruta no sea la variable de ajuste”
Regular el precio mínimo de la fruta en base a los costos productivos es lo que pide la Federación de productores conducida por Sebastian Hernández. Han presentado un Estatuto que es similar al que tiene la yerba mate. Sostienen que los estudios de costos productivos en chacra se hacen junto al INTA y son transparentes. Sebastián se indigna cuando le dicen que los productores solo quieren subsidios. “A cualquier productor le gusta tener el último tractor, la malla antigranizo, la última tecnología…. Nosotros no queremos subsidios. Queremos tener un precio por kilo de fruta justo. El problema es que nos piden invertir cuando hace años que vamos a pérdida y no sabemos el precio al que vamos a vender la fruta que cosechamos. Acá el problema es que los costos suben y todo sube, el salario se determina en paritarias, el cartón pone su precio, los insumos el suyo… y lo único que no tiene precio es la fruta. El precio de la fruta, de nuestro trabajo, es lo que queda al final. Y estamos trabajando por debajo de los costos.”
“Nosotros vendimos la fruta a un valor de dólar y ahora tenemos que pagar las deudas de insumos con un dólar más alto”.
Horacio Pierdominici.
“Hay que contemplar a todos los casos”
Desde CAFI señalan un agotamiento ante la propuesta de querer solucionar los problemas a partir de los costos: “No estamos de acuerdo con la visión que plantea competir por volumen y bajo costo, cuando nosotros entendemos que las empresas que han sobrevivido a la crisis son la que se diferenciaron, que hicieron orgánico, nuevas variedades, que mejoraron la calidad. A nivel región, entendemos que tenemos un diferencial para explotar”. Sobre el libro blanco en particular, señalan la falta de consenso y la no contemplación de las empresas como unidad. El libro blanco apunta a las organizaciones de productores (OP) como los eslabones destinatarios del salvataje, dejando por fuera personas físicas o jurídicas que no se enmarquen en una estructura asociativa de este tipo.
“Macri nos defraudó”
Horacio Pierdominici, presidente de la Cámara de Productores Frutícolas de Cipolletti le dijo a Revista InterNos que se siente defraudado por este gobierno que desde el primer día prometió revertir la situación de las economías regionales. “Esta última devaluación nos llega tarde y nos complica. Nosotros vendimos la fruta a un valor de dólar y ahora tenemos que pagar las deudas de insumos con un dólar más alto”. El chacarero coincide con el avasallamiento de la industria petrolera no hace más que complicar la situación de degaste y abandono de las chacras. En este sentido, si bien no coincide ciento por ciento con la conducción de la Federación dice acompañar a Hernández en los reclamos y sobre todo cuando se le reclama tecnificación: “el productor que la temporada pasada hizo el esfuerzo y puso la malla antigranizo hoy no tiene como pagarla. Así la situación no se revierte” enfatizó.
Como para rematar esta situación, hace días el gobierno decidió reducir los reintegros por las exportaciones en peras y manzanas del 8,5% al 4,75%. En el contexto actual parece una burla en la cara del sector productivo que vendió su cosecha 2018 a un dólar a $20 y ahora debe pagar deudas con un dólar de $30: “Cuando llegó la devaluación, el 85% de las exportaciones habían salido, con productores y empresas endeudados en dólares. Recién el beneficio de esa devaluación sería para la temporada próxima, siempre y cuando la inflación no horade la mejora en el tipo de cambio”, asegura el dirigente Pablo Cervi. La realidad es que ahora, con la nueva normativa, esos beneficios serán reducidos.
Recorrer el Valle y no sentir pena, hastío y bronca es inevitable. Productores de años aún subidos a la escalera haciendo lo único que saben: cuidar un campo de la mejor manera posible. ¿Cómo se le dice a esa persona que su trabajo ya no sirve? ¿Qué las condiciones del mercado son otras y que debe resignarse a la desaparición?
Pymes de historia. Generaciones dedicadas a producir fruta: ¿Con qué argumentos se las motiva a la transformación tecnológica cuando los funcionarios permiten y fomentan la actividad hidrocarburífera en medio de las chacras sin reparo de las consecuencias? ¿Qué futuro le espera a la actividad si el gobierno que venía a salvarla la ahoga cada vez más?
Sebastián, Pablo, Horacio y Gabriel son productores disímiles. Como ellos hay muchos más. Con historias diferentes, con escalas, sistemas productivos y de comercialización distintos. Y si bien tienen miradas y apreciaciones incomparables entre sí, coinciden en algunos puntos sustanciales: la persistencia de una crisis crónica de falta de competitividad en el mercado internacional; la inacción de un Estado que no valora la economía regional y que llega tarde con respuestas insuficientes; los altos costos de la producción, en donde es imposible no remarcar el porcentaje de impuestos comerciales, aduaneros y de mano de obra (sobre todo si se los compara con otros países); y la ausencia de acuerdos sociales lo suficientemente transversales y contenedores como para aunar esfuerzos y voluntades hacia una solución común.
“Cuando llegó la devaluación, el 85% de las exportaciones habían salido, con productores y empresas endeudados en dólares.”
Pablo Cervi de CAFI.
Como en tantos otros temas, el diagnóstico es claro. Las consecuencias de persistir en este rumbo con parches y soluciones a medias tintas, también. Habrá que asumir entonces que el silencio y la inacción son claramente una decisión política tomada y no en favor de la actividad precisamente.
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