DTV-e: Una buena razón para ordenar la empresa

Por Lucas Ríos*.

Cuando se anunció la implementación del Documento de Tránsito Vegetal Electrónico (DTVe) puesto en marcha por AFIP y el Senasa, se dijo que la medida apuntaba a mejorar la sanidad y la transparencia de la cadena.

Desde las agencias del estado, se explicó que el objetivo de este documento es dar un respaldo de calidad e inocuidad a todo producto y subproducto de origen vegetal.

Sin embargo este documento, que es fruto de la conjunción entre el remito comercial por parte de AFIP y el Documento de Tránsito Vegetal por parte del Senasa, representa todo un desafío de gestión para aquellos empresarios que desean tener sus números “como corresponde”.

Es que, en una cadena de valor tan atravesada por la informalidad, la gestión de los DTV-e puede volverse todo un problema.

Trazabilidad y Stock

El DTV-e persigue un objetivo fundamental: la posibilidad de trazar el recorrido del producto desde el campo hasta la góndola. Esto implica poder conciliar no solamente los controles fitosanitarios (que supuestamente motivaron la medida), sino que en teoría los organismos del estado van a poder fiscalizar la producción de una determinada empresa y conciliarla con su stock y con sus facturas de venta.

Si no puedo mover mi producción sin DTV-e, eso implica que debo registrar a través de este instrumento todo lo que produzco. Y al haberlo registrado voy a necesitar indefectiblemente comercializar toda la producción en canales “formales” que puedan recibir mis documentos.

La realidad es que la informalidad reinante en la cadena hace inviable el sistema para miles de pequeños agricultores que colocan su producción por fuera del circuito formal.

Esta situación ya está generando, por supuesto, todo un “tráfico” de DTV-e en el “mercado negro” que no solamente desnaturaliza completamente el espíritu del sistema sino que, además, muestra las enormes falencias de los organismos de control y perjudica a quienes hacen las cosas bien.

Nuevas reglas de juego

Hay algo que está claro: nos guste o no, estas son las nuevas reglas de juego del sector. Los controles se están volviendo cada vez más rigurosos y en poco tiempo probablemente quede muy poco margen para trabajar por fuera del nuevo escenario. Esto representa un desafío y una oportunidad en términos de gestión comercial.

Un desafío porque las viejas prácticas de administración y gestión “en la libretita” o “el Excel” empiezan a hacer agua frente a la posibilidad de controles tan rigurosos en el que es muy fácil quedar expuestos aun haciendo bien las cosas.

Y una oportunidad para ingresar al siglo 21 en términos de gestión de la empresa y administrar de otra manera. Auditando el movimiento de cada kilo de producción, pudiendo trazar nosotros mismos los movimientos y teniendo un respaldo contable efectivo frente a los organismos de control. Pero especialmente siendo extremadamente eficaces gerenciando el negocio.

¿Crisis u oportunidad?

¿Puede esta normativa estatal representar una oportunidad en términos de gestión de la empresa? Estoy convencido que sí. Cuando las agencias del Estado nos obligan a generar información útil para sí mismas, también nos permiten utilizar esa información para nuestra propia gestión empresarial.

La información es valor en sí misma, pero también agrega aún más valor. Datos tan sencillos como el detalle de producción por unidad productiva, por proveedor, por campo, por lote, por variedad, o por envase son para muchas empresas una verdadera incógnita. Pensar en tener esos mismos datos en términos de análisis de costos, rentabilidad o presupuesto para el año siguiente es para muchos directamente una utopía.

La pyme argentina tiene arraigadas muchas prácticas incompatibles con estos nuevos modelos de auditoría y control. Prácticas que en general conspiran contra el propio crecimiento de la empresa. El Estado hoy nos obliga a ordenarnos. Que sirva para que el sector crezca produciendo más y mejor .

*Lucas Rios es fundador de GesDatta.com, un sistema de gestión especializado en el sector frutihortícola.